La tarea de los padres nunca es sencilla, y más, si es la primera vez que se ejerce. Por eso, en Leganés Activo queremos ayudar a estos padres primerizos con el inicio de esta sección quincenal ‘Mamá pata y sus patitos’, en la que Elena Suárez, madre y trabajadora de Leganés, dará consejos sobre el día a día para los padres primerizos.
ELENA SUÁREZ / Durante el embarazo, dentro del útero, los bebés se encuentran felices y seguros, la alimentación y el calor son inmediatos pero cuando deciden salir al mundo exterior, todas esas comodidades desaparecen. Deben succionar para comer, sienten frío y, por arte de magia, la música que siempre les acompañaba desaparece (desde la semana 20 el feto escuchará los latidos del corazón de la madre).
El nacimiento es un proceso complejo para mamás, papás y también para los bebés. No debemos olvidar que somos mamíferos y por ello, nuestras crías necesitan el contacto con sus progenitores (figuras de apego). Una forma fácil y sencilla de continuar con el vínculo que comenzó en el embarazo es el porteo, o dicho en otras palabras, “transportar a nuestros hijos manteniendo un contacto constante”.
Los beneficios son múltiples para el bebé: calor, seguridad y tranquilidad que se traducirán en una disminución del llanto y mejora del sueño; menor incidencias de cólicos y plagiocefalias posturales además de ayudar al buen desarrollo de espalda y caderas. Los porteadores también contarán con sus ventajas: aumentará la autonomía y comodidad, mejorará nuestro vínculo con el bebé, reducirá la incidencia de depresión post-parto y favorecerá la lactancia materna.
¿Es, entonces, bueno cualquier portero? No. Debemos dejar claro que siempre estamos hablando de porteo ergonómico, es decir, aquel que respeta la postura natural del bebé. Y en esa postura conocida como “de ranita”, el bebé irá sentado, su espalda estará en forma de C, las piernas abiertas en 45º flexionadas y sus rodillas quedarán por encima de la cadera, nunca por debajo. Para ello es necesario que la barriga del bebé esté en contacto con el cuerpo del porteador, ya sea adelante, a la espalda o a la cadera (así que olvídate de las mochilas que permiten llevar al niño mirando hacia adelante, esa postura no es ergonómica e incide todo el peso sobre los genitales del bebé).
Además debes tener cuidado con no obstruir las vías respiratorias, mantener su barbilla fuera del pecho y, que en bebés pequeños puedas llegar a besar su cabecita. ¿Y qué portabebé elijo? Existen diversos tipos de portabebés en el mercado que respetan la postura ergonómica y que se adaptarán a tus necesidades. Mi recomendación es que si nunca has porteado, empieces con mochilas sencillas de poner y quitar y que te permitirán llevar al bebé por muchas horas. Una vez te engatuses con el mundo del porteo seguro que decides probar más portabebés: bandolera, fular, mei-tai, tonga, etc. Y para portear con mayor comodidad también podrás encontrar abrigos especiales y riñoneras y bolsos de porteo. Mi experiencia como porteadora empezó con mi segunda hija y siento no haberlo probado con el primero porque los resultados han sido fabulosos.
Comencé con un fular semi-elástico que me permitía dejar un nudo pre-anudado y posteriormente intercambié la bandolera con la mochila ergonómica. Mi autonomía aumenta notablemente en los días de lluvia (en los que puedo usar un paraguas), en vacaciones (sobre todo si te gusta pasear por el campo), cuando bajo al súper (llevar la silla y la cesta del mercado es tarea compleja) o simplemente cuando doy una vuelta con mis dos hijos. Mi hija se siente tranquila y segura cuando es porteada por su mamá o papá y fruto de ellos son las maravillosas siestas de las que suele disfrutar en esos momentos. El uso de portabebés no elimina el uso de otros medios: sillitas de paseo, triciclos o el que seguro es el mejor de todos ellos, nuestros propios brazos.
Elena Suárez madre de dos hijos y trabajadora. La conciliación familiar y laboral en España consiste en llegar a todos los sitios exhausta.
