Historia de Leganés: Plaza de Fuentehonda

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La Plaza Fuentehonda de Leganés ha sido siempre un punto de encuentro para los vecinos de la ciudad debido a la fuente hundida que se encuentra en este enclave. En la actualidad, se trata de una encrucijada de calles comerciales caracterizada por la multitud de bares y restaurantes ubicados en ella.

La fuente del pueblo. Así se podría resumir  la historia de la que no ha dejado de ser un punto de reunión para sus vecinos por mucho que haya pasado el tiempo. A principios del siglo XIX, la conocida como ‘plaza de la Verdura’, era visitada por los vecinos que formaban colas con los cántaros para recoger agua para su consumo y sus pequeñas huertas.

Durante todos estos años, la fuente ha contado con varios diseños arquitectónicos con el fin de adaptarse a los tiempos que corrían en cada una de las épocas. De esta forma, todos los cambios de la ciudad se han visto reflejados en este punto de encuentro. Así lo plasma Abuelo O’hara en su blog:

Fuentehonda ha visto pasar muchos años y ha ido cambiando unas veces a mejor, otras a peor, pero siempre para seguir viviendo y compartiendo los recuerdos y la historia de nuestra ciudad, Leganés. Con la ayuda de los vecinos y sus fotografías, puedo presentarte aquí estas imágenes que te darán una idea de su metamorfosis. Acompaño con un texto rescatado de nuestras bibliotecas, de un libro que ya únicamente podemos ver allí para gozo de los que nos gusta empaparnos del agua de la fuente y de los textos que otras personas con buen criterio nos quieren dejar sobre la historia de Leganés.

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En un principio, tal y como narran Luis Arencibia y Mariano Maroto en ‘Leganés, patrimonio de una ciudad’, la fuente contaba con dos escalinatas de ladrillo visto conducían a los grifos del agua en el fondo de un círculo de ladrillos; con los años, se fue remodelando y adaptándose a los motores. Las escaleras, estrechas, se ampliaron y adornaron con jardines, y una pila de ladrillos y piedras sostenían los cuatro caños que proveían el agua. Fue un diseño de Alberto Muñiz (Tío Alberto de Ciudadescuela de los Muchachos).

Apenas unos meses después, Armando de la Cruz elaboró una nueva remodelación que recuperaba la antigua idea de fuente con ladrillo visto y piedra de granito pero que revestía el resto con un aspecto castellano y dejaba espacio para la circulación del escaso tráfico rodado del siglo XX. El cambio obtuvo un premio de urbanismo a pesar del cual volvió a ser renovado una vez más en agosto de 1991.

En esta última fecha, el Ayuntamiento realizó un polémico y atrevido intento de modernizar este enclave, con «un acristalado insecto ecológico de férrea estructura, con sonido, luces y colores, vino a sustituir en el agosto del 91 la anterior austeridad castellana«. Poco tiempo después, se realizó la última remodelación que dejó la fuente con el actual diseño, en torno a varios círculos concéntricos de granito en forma de escalones que por fuera sirven de asiento y, por dentro, descienden recordando «la hondura del primitivo modelo«.

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