Fútbol: El CD Leganés despierta del sueño y cae en semifinales de Copa del Rey

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FÚTBOL. COPA DEL REY. VUELTA DE LAS SEMIFINALES. El Club Deportivo Leganés no pudo repetir la gesta del Santiago Bernabéu y cayó en el Sánchez-Pizjuán por dos goles a cero, obras de Joaquín Correa en la primera mitad y Franco Vázquez casi al término del encuentro. Se despide el conjunto pepinero de la Copa del Rey con la cabeza bien alta y con un orgullo por las nubes.

Varias de las grandes obras de la literatura del siglo pasado se escribieron bajo la corriente del realismo mágico, esa conjunción entre realidad y ficción donde la línea que distingue a ambas es muy fina, casi imperceptible. Butarque, Leganés y toda una afición pepinera tienen, en cierto modo, la esencia de esa confusa división entre lo real y lo onírico.

Porque un equipo que pasa en cinco años del pozo de la Segunda ‘B’ a estar a las puertas de una final de Copa del Rey, guarda en cierto modo esa esencia de fantasía. Eliminar de forma titánica a viejos europeos como Villarreal o Real Madrid es, en cierto modo, lo más cercano al sueño dentro de lo real. Y por supuesto es toque de magia la valentía de trescientos aficionados que recorrieron ayer más de mil kilómetros para ver cómo su equipo moría en la orilla. El fútbol es esto.

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Salió la expedición poco antes de las doce del mediodía, con un ambiente tranquilo que se fue animando poco a poco. Porque aquí lo imaginario dio paso a lo real; las entradas en directo en televisiones, radios y retransmisiones por redes sociales reflejaron un ambiente festivo que aumentó progresivamente fuera de las pantallas. El viaje fue largo, muy largo, pero no importaba la pesadez de la carretera cuando la meta era tan esperada.

La llegada a Sevilla fue real, pero tuvo su factor inexplicable en la calurosa acogida de seis vehículos policiales que, a priori parecían resultar escolta y finalmente impusieron control. Se privó a la afición de caminar y visitar la capital andaluza durante unas horas y, lo que es peor, no pudieron recibir a su equipo en su llegada al Pizjuán. Fueron llevados más de una hora a un centro comercial a las afueras de la ciudad. El toque de ficción lo aportó una cafetería que eligió demasiado bien su nombre: El quinto pino. Servidor y compañeros de prensa, en medio de este caos incierto, tuvieron que coger otro medio de transporte para poder llegar a tiempo a la recogida de acreditaciones.

El Sánchez-Pizjuán se viste para la ocasión

Ya en el estadio, que fue cobrando vida poco a poco, la sensación es distinta. El frío del Guadalquivir, que cala hasta los huesos, nos hizo despertar del sueño. No hizo falta el pellizco en la mejilla. Pasaban los minutos, los cuartos de hora y las butacas iban cogiendo color poco a poco. Saltaron los jugadores a calentar. Hay que admitir que, animando desde los ejercicios previos a nivel de minuto 90, ellos marcaron el primer gol antes de comenzar el partido.

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Había mucho que ganar y perder en este encuentro, algo que tanto Garitano como Montella tenían entre ceja y ceja. Ninguno quiso dar la sorpresa al inicio del encuentro. Onces de gala para una noche especial en el Ramón Sánchez-Pizjuán, que lucía un color especial desde la previa en los aledaños del templo hispalense.

Tras el rutinario, y aun así de ensueño, himno del conjunto hispalense, sacaba el Leganés y perdía pronto el balón. La casa, el césped y la pelota eran del mismo niño, pero el visitante quiso hacerse notar pronto. Avisó el equipo blanquiazul con un balón colgado que remató Beauvue por encima de la portería. En una de las esquinas del estadio sonaba la consigna que ellos tenían en mente. Sí se puede, cantaban los aficionados pepineros. No tuvo mucho el balón el Lega en los primeros minutos, pero aprovechó cada ocasión para avisar.

Los nervios de una cita grande se marcaron en la elástica blanquiazul. En el minuto 14, un contragolpe acabó en el gol del Sevilla, un gol de Joaquín Correa en una internada por la banda derecha. Mal rechace de la defensa pepinera deja al 11 del Sevilla para rematar a placer. Se hizo el Sevilla con el balón y el Leganés se puso nervioso. La ruptura en el centro del campo blanquiazul se hizo notoria en la primera mitad.

El primer tiro claro del Leganés llegó en el minuto 32, con un disparo de Gabriel desde la frontal. El brasileño fue de los pocos que supo leer el partido y la necesidad de probar a Rico. Por querer presionar demasiado alto, un contraataque pudo acabar en otro gol del Sevilla calcado al primero si no hubiera salvado bajo palos Tito, el mejor del equipo madrileño junto a Bustinza.

Al final de la primera mitad el equipo de Asier Garitano estaba más cómodo sobre el césped, pero con demasiadas ganas de presionar arriba y muchas imprecisiones en la zona de creación. Tito, de nuevo, salvó un gol rojiblanco al término de los primeros cuarenta y cinco minutos.

Vázquez sentencia la eliminatoria

Comenzó la segunda mitad con una peligrosísima falta en el borde del área para el Leganés, botada por Beauvue y que se escapa por encima de la cruceta. Poco después, Rubén Pérez fusilaba desde la frontal advirtiendo al Sevilla que Leganés iba a por el partido hasta el final.

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A falta de media hora, el encuentro se rompió con idas y venidas de ambos equipos y una tensión densa, propia de una semifinal de Copa. El equipo de Asier Garitano se fue desmenuzando poco a poco con la entrada de Raúl García y Brasanac. Un equipo más desordenado, siempre con la sensación de verse desbordado por las contras sevillanas. No fueron buenos los cambios del técnico vasco en esta ocasión. Salieron Eraso y Amrabat, los más eléctricos del partido, y entraron jugadores de corte defensivo en un partido que exigía, al menos un gol. Por descontado, la entrada de Martín Mantovani como delantero centro no fue una buena jugada.

El equipo luchó, el equipo quiso jugar a fútbol, pero hay que admitir cuándo el rival ha sido mejor. Tal vez el gol en el 89’ de Franco ‘Mudo’ Vázquez fuera castigo excesivo para el equipo pepinero, pero un segundo gol ya daba igual en el ideario leganense. Porque daban igual los goles, fueran uno, dos o siete. Importaba estar allí, en ese instante, a las puertas de una final, cayendo derrotado con honor, con lucha y con valores.

Sevilla será un gran equipo el 21 de abril porque ha sido el único capaz de tumbar a Leganés. Leganés será un equipo mejor porque ha aprendido que lo real es el esfuerzo diario, entrenar bajo la nieve, el frío, volver a Butarque cada dos semanas, pasear por la ciudad con tranquilidad, marcar goles, defenderlos. Pero que, a veces, lo real cruza la línea y convierte la rutina en algo extraordinario. Porque pase lo que pase, el éxito ya se ha logrado.

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