Leganés, ciudad refugio 24 años después

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El pasado mes de octubre Leganés acordó ser ciudad de acogida para ayudar al pueblo sirio que busca un hogar. No es la primera vez. Leganés acogió a 38 familias de origen bosnio entre 1992 y 1996. Muchos de ellos volvieron a su país de origen, otros, se quedaron en casas de alquiler. El Ayuntamiento realizó varios programas de ayuda para su integración, invirtiendo más de 5 millones de pesetas.

Leganés. 10 de diciembre de 1992. Cerca de ciento cinco personas llegan del aeropuerto Madrid Barajas después de haber viajado los más de 2.700 kilómetros que nos separan de Bosnia. Con lágrimas de miedo y tristeza, aterrizan en la que será su ciudad a partir de ese momento. Así lo registran las crónicas de entonces. Y es que, hace 24 años Leganés fue ciudad refugio para 38 familias procedentes de la antigua Yugoslavia que huían del horror de las Guerras Yugoslavas.

Inicio de la guerra

La multiculturalidad de la República Federal de Yugoslavia (compuesta por: Eslovenia, Bosnia y Herzegovina, Croacia, Serbia, Macedonia y Montenegro) marcó su historia de principio a fin. A la muerte de Tito, encargado de unificar el terreno tras la II Guerra Mundial, los nacionalismos volvieron a resurgir siendo Eslovenia la primera en declarar su independencia el 25 de junio de 1991, provocando una guerra de solo 10 días.

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Pero el caso del resto de repúblicas fue más complicado por la mezcla cultural existente. Por ejemplo, en el territorio reclamado por Croacia habitaban gran cantidad de serbios, mientras que en Bosnia había serbios y croatas. A este factor, se le deben añadir los intereses políticos de cada uno de los nacionalismos personificados en el serbio Slovodan Milosevic y el croata Franjo Tudman. Ambos fueron los detonantes políticos.

Tudman anunció su intención de pedir la independencia para Croacia a escasos días de Eslovenia, pero Milosevic bloqueó su petición hasta octubre, momento en el que se declararon la guerra. Este conflicto no tardó en extenderse a Bosnia-Herzegovina, que proclamó su independencia en abril de 1992. Allí se enfrentaron tres facciones: serbios, en su mayoría ortodoxos que suponían un 31.3% de la población; croatas, en su mayoría católicos (17.3%); y bosnios musulmanes, un 43%.

Esta situación hizo que Bosnia fuera el terreno que más víctimas lamentó durante la guerra que, oficialmente terminó en mayo de 1992 aunque los bombardeos no cesaron hasta la firma de los Acuerdos de Dayton de 1995.

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Ayudas y refugio

Viendo que el conflicto continuaba la ONU entró en el terreno en 1992, ayudando activamente mientras que algunas regiones de la Unión Europea comenzaron a acoger a los refugiados que solicitaban asilo para huir del conflicto. España acogió en su territorio a unos 2.500 refugiados de Bosnia Herzegovina entre 1992 y 1994, más de un centenar lo fueron en nuestra ciudad, Leganés.

Una vez aquí recibieron refugio en el antiguo Colegio Público Numancia, ya en desuso cuando, en diciembre de 1992 aterrizaron los 110 refugiados. En un primer momento se esperaba que la acogida durara apenas seis meses pero la situación en Bosnia hacía inviable su vuelta.

En los años siguientes, Leganés acogió a 17 personas más, la mayoría, los maridos de las mujeres que llegaron con sus hijos.
A los pocos días de llegar, recibieron la visita de la Reina Sofía que acudió al centro en visita oficial acompañada por el entonces alcalde, José Luis Pérez Ráez. Más tarde lo haría el Presidente de Gobierno Felipe González (PSOE).

Salida del centro de acogida

Con el paso del tiempo, las condiciones en el centro Numancia fueron empeorando ya que no estaba adaptado para vivir en él. Ya en 1995, el alcalde de Leganés, José Luis Pérez Ráez anunció el cierre del colegio. “Según el señor alcalde, Numancia se va a cerrar dentro de dos meses, ¿todavía alguien puede creer eso? ¿a dónde podemos irnos? A ninguna parte”, escribía un refugiado indignado en una carta abierta.

De los 110 que llegaron en 1992, tres años después tan sólo quedaban 24 (algunos se desplazaron a Alemania, otros emigraron a otros puntos de España, que también acogieron refugiados y, los menos, regresaron a Bosnia). Así, el Gobierno local acordó una ayuda para alquileres y, según las circunstancias, la subsistencia de la familia, ya que la alta tasa de paro en nuestro país o la dificultad del idioma impidió a muchos conseguir un empleo.

Para afrontar los gastos iniciales, desde el Ayuntamiento se desvió una partida presupuestaria de 3.870.380 pesetas para hacer frente a los alquileres de cada familia durante tres meses, otorgándoles los contratos de fianzas o seguros. Estas ayudas les dieron cobertura hasta junio de 1996, año en el que se realizó un Programa de integración socio-laboral de refugiados y desplazados. Un año más tarde, organizaron el Programa de Integración de desplazados de la antigua Yugoslavia para las 13 familias que permanecían aún en Leganés.

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…24 años después

Ahora, el Ayuntamiento espera a poder volver a refugiar y ayudar a las familias que, huyendo de guerras como Siria, buscan una nueva vida.

Ayuda sobre el terreno

Pero Leganés no sólo ayudó a los refugiados bosnios. Muchos también aportaron su granito de arena a los que habían decidido quedarse. Fue el caso del AMPA del CEIP Federico García Lorca. Cuatro años después y aprovechando el viaje de uno de los padres del centro, el AMPA lanzó una campaña para enviar víveres a los centenares de personas que estaban en la región de Mostar (Bosnia).

Todas las familias se volcaron con la iniciativa, mandamos decenas de camiones, cada uno de ellos llenos de cajas con ropa, comida y juguetes”, cuenta una de las madres del AMPA. “La primera noche que llegamos con los envíos fue un caos, nos vimos obligados a hacer un registro con las familias que había y las necesidades de cada una”, explica uno de los militares, de Leganés, presente en el reparto de los envíos.

Durante casi un año, el colegio envió todo tipo de víveres a Blagaj, un pequeño poblado bosnio, lo cual fue agradecido por su representante a través de una carta en 1997 que reza: “Nunca será suficiente la ayuda que recibamos porque estamos muy necesitados, pero tampoco será nunca suficiente nuestro agradecimiento”.

Lee el reportaje completo en nuestra edición en papel

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