Claves para entender el autismo

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Los trastornos del Espectro del Autismo hacen referencia a un conjunto amplio de condiciones, que tienen rasgos en común, y que afectan al neurodesarrollo y al funcionamiento cerebral.

El pasado 2 de Abril se celebró el Día Internacional de la Concienciación sobre el Autismo (instaurado en 2007 por la ONU). Su objetivo es sensibilizar y contribuir a la mejora de la calidad de vida de las personas con autismo. En Leganés, se celebraron toda una serie de actividades para tal fin.

¿Qué es el Trastorno de Espectro Autista?

Actualmente, el Autismo no es considerado como un diagnostico único. El Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM 5ª Versión) lo clasifica como un conjunto de trastornos que comparten un cierto grado de alteración en tres áreas: déficit de interacción social, problemas de comunicación y un repertorio anormalmente restringido de comportamientos e intereses. Sus manifestaciones pueden variar mucho de una persona a otra, y el grado de afectación de cada una de las áreas también. Por eso se considera un espectro (un continuo) donde las diferentes personas pueden ser situadas.

¿Existen diferentes tipos?

Tradicionalmente, se solían considerar cinco grandes tipos: el Trastorno Autista, el Síndrome de Asperger, el Trastorno Desintegrativo Infantil, el Trastorno Generalizado del Desarrollo no especificado y el Síndrome de Rett. El DSM-5 ha sustituido cuatro de estos subtipos por la categoría general “Trastornos del Espectro Autista” y ha eliminado el síndrome de Rett. En lugar de hacer distinción entre estos subtipos, lo que se considera ahora es especificar entre tres niveles de gravedad en los síntomas, así como incidir en el nivel de apoyo necesario. Esto es importante, porque la clasificación llevaba a errores, y porque se incide en la idea del autismo como un continuo, de mayor a menor grado, evitando la sobre-etiquetación.

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¿Se conocen las causas?

Ha habido muchas teorías para explicar este trastorno. Por ejemplo, hace años se pensaba que una relación fría y poco afectuosa entre una madre y su hijo podía ser la causa del autismo (madre-nevera), o que algunos niños decidían «desconectar» de un entorno agresivo. Actualmente se sabe que esto no es así. Los últimos estudios indican que no es posible determinar una causa única que sea capaz de explicar la aparición del trastorno de Espectro Autista. Sabemos que es muy importante la carga genética, pero también es cada vez más conocida la interacción de factores genéticos con diferentes factores ambientales. Se han barajado factores como: padres de edad avanzada, malnutrición, alergias, problemas intestinales, intolerancias, consumo de fármacos por parte de la madre durante el embarazo (valproato), radiaciones electromagnéticas…, pero por el momento, estos elementos no se encuentran claramente identificados, y aún es necesaria mucha investigación al respecto. En los últimos años, se han registrado cada vez más y más casos. Esto no implica necesariamente que la prevalencia del autismo esté aumentando (se suele situar en torno al 1% de la población). Lo que ocurre es que las herramientas utilizadas, la mayor sensibilización y el diagnóstico temprano, hacen que sea ahora mucho más fácil realizar una mejor detección.

¿Las vacunas producen autismo?

En 1998, la prestigiosa revista “The Lancet” publicó un estudio del británico Andrew Wakefield, en el que se relacionaba la administración de la vacuna triple vírica con el desarrollo del autismo. En los últimos años, se han realizado múltiples estudios para determinar si existe alguna relación entre la vacunación y una mayor prevalencia del TEA.. Los estudios se han centrado especialmente en los posibles efectos de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola) y en aquellas que han utilizado el componente Timerosal como conservante.
Actualmente, se ha demostrado que los estudios originales del Dr. Wakefield carecían de todo tipo de rigor científico y estaban falseados. La comunidad médica y científica de todo el mundo apoya de forma unánime la conclusión de que no existe evidencia que relacione la vacunación y el desarrollo del TEA.

¿El autismo puede curarse?

No hay un tratamiento curativo para el Trastorno de Espectro Autista. No existen medicamentos que puedan curar los TEA. Algunos medicamentos pueden paliar algunos de sus síntomas, o favorecer el aprendizaje o entrenamiento de determinados comportamientos, pero ninguno curar.
Sin embargo, los TEA se pueden tratar. Existen métodos educativos y de apoyo, que sirven de ayuda y consiguen resultados muy satisfactorios. La intervención con los niños con TEA se basa en el entrenamiento y en el aprendizaje de estrategias y comportamientos que sirvan para dar una mayor calidad de vida. Y aquí es importantísima la intervención temprana. La intervención especifica en áreas tales como la comunicación, el lenguaje, el entrenamiento auditivo, la comunicación facilitada, etc… harán que el nivel de integración y de satisfacción mejore sensiblemente.

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El papel de la familia

La calidad de vida de las personas con TEA estará marcada por los apoyos que recibirán en las diferentes etapas de la vida. La familia será la principal fuente de apoyo y de soporte emocional para el niño afectado de TEA. Es importante no descuidar la situación emocional de la familia de un niño TEA, porque es sabido que toda enfermedad o trastorno crónico provocan un grave impacto en las personas que le rodean, y no es infrecuente que las familias con niños TEA presenten elevados grados de estrés, inquietud, y diversa sintomatología emocional.

Los padres acompañan y participan de todo el proceso de tratamiento. Le animan y motivan por sus logros y le facilitan oportunidades y contextos para que practique. Observan los cambios, se coordinan con los profesionales, buscan y reclaman servicios. Cuidan y aman. Fomentan la autonomía y protegen. Son y serán una parte importantísima. Su participación será crucial en todos los sentidos. Enseñarán a sus hijos multitud de cosas, mínimas y enormes. Tienen, por lo tanto, un papel esencial en la mejora de la calidad de vida de la persona con TEA, en un marco de coordinación y colaboración con los profesionales que estén también implicados en los apoyos que precisa la persona.

Fernando Calvo
Psicólogo General Sanitario
knossospsicologos@gmail.com

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