Llegamos al Auditorio de la Universidad Carlos III de Madrid. Seis de los siete miembros de Los Vivancos se encuentran ensayando su espectáculo Nacidos para bailar antes de su función en Leganés. Elías, el mayor de los hermanos, nos atiende en su camerino mientras el resto del grupo continúa el ensayo.
Antes de nada, hoy no sois 7, falta Josué…
Elías Vivanco: Sí, es uno de los riesgos de que somos hermanos, no hay sustitutos ante lesiones o imprevistos. Pero el show está pensado para que se pueda hacer con una persona menos sin que salga perjudicado el espectáculo.
Este es el espectáculo más arriesgado de los que habéis hecho hasta ahora
E.V.: De los tres, este es el más arriesgado, sobre todo a nivel de peligrosidad. Hay cosas como cuando estamos subidos a una viga, colgados de unos arneses… hay momentos bastantes peligrosos. Yo mismo sufrí un percance en el ensayo antes del estreno en Madrid. Cuando me estaban empezando a subir uno de los arneses cayó, suerte que no había cogido altura aún.
Nada grave, ¿no?
E.V.: No, por suerte [risas] En los ensayos sí ha habido algunas lesiones pero nunca en el escenario. En ensayos generales, cuando vas a estrenar un espectáculo, llevas muchas horas en el cuerpo y cansancio… entonces un paso en falso puede ser decisivo.

E.V.: [risas] Realmente te diría que no, pero que sí somos bastante locos a la hora de crear. Nos gustan los retos. En Eternum, por ejemplo, probamos a zapatear cabeza abajo y me acuerdo que cuando lo estábamos montando aún no teníamos las estructuras nos fuimos a los columpios del parque a probarlo. Cuando ves que funciona luego tiendes a querer algo más grande. Es un poco el defecto del creador. Cuando das un paso, siempre quieres dar otro.
Hasta ahora no habéis visto el límite a la hora de crear…
E.V.: Aún hay muchas cosas que no se han visto en el escenario… El límite, siendo pragmáticos, lo pone la gira: los escenarios a los que vamos y el dinero que invertimos. Pero sobre todo la gira. Con Eternum recorrimos decenas de países y ahora nos solicitan los mismos… es una producción que tiene que poderse montar en un mismo día y en varios escenarios.
A pesar de ese escaso margen de tiempo, las estructuras que montáis deben ser sólidas para que aguanten vuestro peso, ¿cómo es el proceso de montaje?
E.V.: En este espectáculo se combinan los 9 años que tenemos de experiencia a nivel de producción. Como estamos involucrados en todo el proceso creativo y en las giras, vemos lo que funciona y hemos podido optimizar todo. Aunque se ven estructuras enormes, es muy fácil de mover y de montar. Hay muchos detalles y muchos trucos detrás [risas].
‘Nacidos para bailar‘ ha sido ideado íntegramente por vosotros, ¿cómo es vuestro proceso de creación?
E.V.: Hablamos mucho. Con este show estuvimos cerca de un año y medio… Hemos aprendido que es importante poner las ideas sobre la mesa y hacer después como una ensalada con todo lo que pensamos. Que no piense cada uno una idea cerrada de espectáculo porque entonces es más difícil de combinar y es cuando llegan algunas de las discusiones que teníamos.
Hemos aprendido a usar la pluralidad del grupo. Somos siete: siete solistas, bailarines, coreógrafos, compositores… Pasamos muchísimas horas con papel y lápiz, hablando, intercambiando ideas a través de emails, Skype… Cuando empezamos entramos en el aula de ensayo el espectáculo está ya en nuestra cabeza. Como bailarines siempre nos gusta más la coreografía, pero no llegamos hasta ella hasta que no tenemos todo diseñado: la música, quién hace qué, la estructura, todo.
Vosotros empezasteis como solistas antes de conformar el grupo, ¿cómo ha sido el proceso de ser solista a formar parte de un grupo?
E.V.: En muchos sentidos tenemos más libertad aquí que en cualquier otro sitio donde hayamos estado. La música, el baile, el vestuario, las luces, todo. Siempre tenemos la última palabra. Creativamente es mucho más rico. Te exige más tiempo y quebraderos de cabeza pero cuando terminas y la gente aplaude se agradece mucho más porque sabes que te están aplaudiendo también a todo lo que hay detrás.

E.V.: Ha sido bastante difícil porque a veces tocas temas tan emblemáticos porque cada cosa que hagas casi lo empeora. Por ese lado es difícil pero también hay una gran ventaja de tocar temas que la gente conoce y disfruta. Es una combinación como cuando esquías que te puede caer en cualquier momento, siempre hay este riesgo.
¿Cómo llegasteis a pensar en el rock?
E.V.: Pues fue de casualidad. Recién estrenado nuestro anterior espectáculo, Eternum, alguien dijo «el próximo de rock», se quedó la idea y empezamos a buscar temas. Nos gustaba también la idea de hacer una obra más desenfadada, con algún toque de humor. No tan teatral sino más como un concierto.
Además de bailar también tocáis instrumentos…
E.V.: Sí, en este espectáculo hay mucho instrumento. Es parte de nuestra formación: combinamos danza, música, artes marciales… Todo esto se ve en el espectáculo.
¿Cómo es vuestro entrenamiento para estar tan en forma y aguantar este tipo de espectáculos?
E.V.: Primero de todo, llevamos toda la vida de estudio, casi es parte de ti, de tu forma de ser. Nuestro día a día varía mucho cuando estás de gira casi no tienes tiempo ni de calentar. Hoy hemos llegado después de comer, hemos encontrado problemas técnicos [los mismos que obligaron a retrasar el inicio del espectáculo media hora], y nos hemos puesto a ensayar para adaptar el show a la ausencia de Josué. Ahora tendremos tiempo para estirar un poco y hacer flexiones.
Es la constancia, es parte de tu vida. Casi estamos las 24 horas conectados y entrenando. Ahora, he tenido un hijo hace dos años y siempre buscas tener momentos de desconexión con tu familia, pero sí que absorbe mucho.
¿Tenéis alguna especie de ritual antes de salir al escenario?
E.V.: No en el sentido de ritual pero siempre hay unas pautas. Hay un proceso que comienza mucho antes de que salgamos al escenario. Junto con David, nuestro técnico, nos encargamos de poner las cosas en su sitio. Se crea como un imperio. Llegamos a un escenario en el que no hemos estado nunca y cuando voy al escenario no tengo que buscar nada, me lo sé casi con los ojos cerrados. Todo lo construyes. Tenemos esa disciplina de crear cada cosa.

E.V.: Nacidos para bailar es una conjugación de muchos estilos con una espina dorsal flamenca. Se encontrarán grandes saltos de ballet, artes marciales, música… Hay una combinación casi circense de todo ello porque hay un momento en el que puedes ver a un músico colgado a tres metros de altura o bailar sobre una estructura que se mueve. Hacemos malabares con la danza y la música. El suelo ya no es suficiente, queríamos bailar más arriba. Hay una combinación también con lo clásico. El sonido del chello con el rock o el flamenco. Un virtuosismo muy clásico con una espectacularidad muy descarada.
Lo que hay detrás, la idea, surgió de este concepto de la época de Oscar Wilde del arte por la gracia del arte. Cogimos esa idea y la quisimos adoptar a nosotros: el espectáculo por la gracia del espectáculo; todo valía. Es nuestro tercer espectáculo. El primero nos presentamos, el segundo demostramos que el éxito no fue casualidad, y en este quisimos pasarnos de la raya porque ahora te podías permitir ser más arriesgado.
¿Qué acogida está teniendo Nacidos para bailar hasta ahora?
E.V.: Estamos muy contentos. En Madrid hicimos 3 semanas y nos han ofrecido quedarnos 8 meses. Nunca nos había pasado que nos ofrecieran tanto tiempo en un mismo sitio porque no es un espectáculo a lo que el gran público esté acostumbrado. Es difícil tener una acogida así de buena pero la está teniendo. E internacionalmente nos están solicitando en decenas de países en los que estuvimos ya con Eternum. Estamos muy contentos.
Crítica de Nacidos para bailar
Nacidos para bailar es música, baile, humor y, sobre todo, riesgo. Los Vivancos, acostumbrados a ir siempre un paso más allá, se ponen en peligro cada vez que suben al escenario. Taconeos en paredes, cajones, techos y todo tipo de superficies se siguen en un show que apenas da un respiro a público y artistas.
Un espectáculo donde el taconeo se mezcla con el claqué, las bulerías con bailes regionales y las artes marciales con el rock. Todo ello aderezado con toques de humor y un guiño a la taquillera Star Wars cuando dos hermanos, enfundados en sus trajes LED (diseñados por el ingeniero español de la NASA Eduardo García), luchan con espadas láser.
90 minutos en los que los siete hermanos consiguen mantener al público en un constante aplauso arrancando las risas mientras tocan el chello a seis manos, o la expectación al ver cómo taconean en una estructura en constante movimiento. Un gran riesgo que el Auditorio de la Universidad Carlos III en Leganés reconoció a los bailarines en pie con una larga ovación.





Son de largo la mejor representación de la danza española que tiene nuestro país. Un grupo de calidad indiscutible y mayor prestigio que me dejó completamente anonadado con su total dominio del espectáculo. Espero volver a verlos pronto porque sin duda es un evento cultural de magnitud internacional que nada tiene que envidiar a producciones de Broadway, Londres o Las Vegas. Es una pena que en este pais se tenga la costumbre de mirar hacia fuera, sin ser capaces de reconocer y valorar el talento nacional.
Gracias por vuestro trabajo Vivancos. Animo y éxitos!