Con Los días de la nieve recuperamos la esencia de Miguel Hernández a través de la memoria de su mujer, Josefina Manresa. Pero, en esta ocasión, la voz de este personaje del pasado vendrá dado por la actriz Rosario Pardo, cuya dilatada carrera como intérprete y directora en los escenarios auguran un monólogo lleno de poesía e historia que nos trasladará a otra época.
Leganés Activo: ¿Cómo surge la obra Los días de la nieve con la mujer de Miguel Hernández como protagonista?
Rosario Pardo: Vi un libro que biográfico que escribió la propia Josefina Manresa y entonces Alberto Conejero, autor de la obra, hizo el monólogo basado en los datos y en las situaciones que ella iba narrando en el libro.
Josefina te cuenta un poco su vida, sus inicios en la vida, cuando conoció a Miguel, los hijos que tuvo… un poco la biografía de ella. Y de ahí Alberto ha hecho una especie de «poema largo», como yo lo llamo, muy bien escrito donde, en esa hora y cuarto que puede durar el monólogo, yo llevo a cabo una presentación de la vida de Josefina.
LA: ¿Has disfrutado adentrándote de alguna manera en la vida de Miguel Hernández?
RP: Miguel Hernández es uno de mis poetas más queridos. Es de los que más he leído, tengo las obras completas. Pero ahora con Josefina he conocido a otro Miguel Hernández, al hombre y su relación con otros poetas de Madrid de aquella época.
Me pareció desde el principio un trabajo muy interesante y curioso. Cuando ya conoces un poema y de repente descubres cómo se escribió y por qué y qué sentido tiene. De alguna manera descubrimos al poeta desde una perspectiva mucho más personal. Le hemos podido conocer a través de determinados biógrafos muy honestos, pero cuando tratamos con un artista fallecido siempre nos quedamos un poco “huérfanos”, y ahí ya no tenemos realmente posibilidad de, incluso, achacarle cosas.
LA: ¿Descubrimos a través de Josefina el papel de la mujer en la Guerra Civil?
RP: De alguna manera si, porque Josefina era hija de su época. Era un tiempo represivo, sobre todo para la mujer y en la obra presentamos a una mujer empobrecida, que no puede dejar de trabajar porque tiene un hijo y que, por supuesto, no recibió ningún tipo de paga del Estado. A su marido le habían dejado morir en la cárcel y era republicano, por lo que no tuvo ninguna ayuda.
Ella va vestida de negro, como solían ir todas las mujeres de entonces, ya que casi todas habían perdido maridos, padres o hermanos. Josefina te cuenta casi como va empalmando un luto con otro; ella todavía iba con el luto del padre, pero ahora se le muere el abuelo y después se le muere el marido y luego el hijo y al final va toda la vida vestida de negro. “Hace tanto tiempo que no me visto de color que casi ni me acuerdo” es lo que ella nos transmite en la obra.
LA: ¿Qué le lleva a Josefina a contar la historia de su marido?
RP: El libro en el que está basada la obra salió en los años sesenta y realmente la gente le pedía que lo escribiera. Había gente más o menos cercana que escribía de Miguel, pero a ella se lo pedían lógicamente por ser su mujer, como “hombre, Josefina, piensa en el recuerdo de tu marido…”. Ella no era en absoluto una mujer letrada, ni culta, pero finalmente se atrevió.
Y es un libro realmente muy bonito, ella es muy de pueblo con chascarrillos y formas de expresión muy populares que Alberto ha cogido del libro e incorporado a la obra de teatro. Es curioso verlo, porque se trata de una mujer que se expresa de una manera determinada. Nació en Quesada pero se crió en Orihuela y de alguna manera esa zona está comunicada porque es el mismo río Segura. Hay muchas expresiones que conozco porque soy de Jaén, o términos que me hacen gracia porque los introduzco en el monólogo, por lo que me siento más identificada con ella.
LA: Podría decirse que la gente la siente cercana de alguna manera.
RP: Yo creo que toda la gente de Jaén nos sentimos bastante identificados con Josefina, yo misma he conocido a muchas mujeres parecidas a ella. Su forma católica de pensar, aunque luego ella nos cuente que abandona ese catolicismo porque no la está tratando bien. Pero la Fe nunca la perdió y ella dice que si no hubiese tenido Fe, no hubiese resistido. Lo que le pasó a ella en la vida es muy difícil soportarlo sin creer y vive así, con esas contradicciones tan humanas.
LA: ¿Resulta complicado encontrarse sola en escena? Y más tratándose de un monólogo…
RP: Un monólogo siempre es difícil, te enfrentas al público tu sola, no tienes la compañía de otros actores… Alberto Conejero es un poeta, por eso digo que es un «poema largo», lo que implica que no se puede improvisar nada, todo está medido, las palabras son maravillosas y tiene una cantidad de imágenes sorprendente.
Al final te lo tienes que aprender muy bien pero interpretándolo, que no sea simplemente un texto, sino un lenguaje coloquial para que uno no se aburra.
LA: Al no poder improvisar, ¿resulta más difícil darle tu toque personal a la representación?
RP: Aquí no lo puedes hacer pero tu toque siempre lo puedes dejar de alguna manera. Una cosa es la improvisación, que a mí me encanta, pero esto es otra forma de trabajo que te obliga a aprenderte el texto y luego ya hacerlo tuyo.
No sirve que la gente se dé cuenta de que recitas.Tienes que hacer tuyo al personaje y creo que lo hemos conseguido. La gente siempre me dice “ay, pues yo me hubiera quedado un ratito más para que siguieras contándome cosas”. Porque en el fondo es lo que hace esta mujer, siendo un personaje que está planteado para no parar de expresarse nunca, cosiendo todo el rato. Entonces está entretenido porque se ve como ella va y viene, termina el cuello que está cosiendo, vuelve a la máquina, siempre está en su actividad de costurera.
LA: Aún así defender el texto sola y aprenderlo habrá sido complicado…
RP: Me lo he aprendido como cuando estudiaba, al final los actores siempre estamos estudiando, ¡tengo unos tochos pendientes que ni te cuento! Lo que pasa que un monólogo es difícil porque no tienes a nadie con quién enfrentarte, es como una cosa detrás de otra. Tienes que hacerte partes y te las vas estudiando así: la primera es la presentación del personaje y luego te cuenta cuando tuvo a su primer hijo…
Y en el teatro cuando uno cree que lo tiene más o menos claro, hay que meterle el acting, así que no es como una lección de Historia, sino que tienes que estar levantándote, sentándote, ahora cose algo… Eso en un momento dado también te da muchas referencias: pues me siento en la máquina y empieza la parte de la Guerra, me levanto de la máquina y sigo con la parte de Jaén.
LA: Cambiando a la pequeña pantalla, ahora mismo está trabajando en un proyecto televisivo.
RP: Si, empezamos una serie nueva, no estoy segura de qué te puedo contar porque estamos en el inicio. Se llama Lontano Da Te (Lejos de ti) y es una coproducción de Globomedia con Italia que cuenta con un reparto muy curioso así que estamos bastante contentos. Comenzamos a rodar la semana que viene, ahora estamos con las primeras lecturas de guion.
LA: ¿Y algún proyecto más para este 2018?
RP: Alguna cosilla tengo por ahí pero la verdad es que lo llevo un poco ajustado. Lejos de ti lo vamos a grabar rápido en dos, tres meses, y luego entro en el Teatro del Barrio los fines de semana, la antigua sala Triángulo, hasta mayo. Y luego hay más cosillas que tendré que ir viendo…
Tengo un proyecto de escritura que quiero seguir haciendo porque lo llevo a trompicones y cuando dispongo de un mes o dos meses libres aprovecho y me dedico a escribir porque me encanta. No puedo contar nada tampoco, pero es una peli que escribo a trozos, vamos que llevo como seis o siete años con ella, y quiero darle un empujón en serio. Voy a reunirme con una directora y un amigo que me ayuda con el guion para darle el empujón definitivo, que después de siete años tengo unas ganas de quitarme la idea de la cabeza… Es complicado porque he conocido a gente que ha tardado quince años en presentar el guion de su película y digo “uy, pues todavía me quedan siete, ¡qué ilusión!»
LA: Resultará difícil compaginarlo todo.
RP: Es complicado, en el teatro estamos los fines de semana pero yo no quiero compaginar en exceso porque soy una persona mayor (risas), aunque parezca que no, y también quiero vivir. No puedes estar trabajando hasta las tres de la mañana y luego levantarte a las ocho para ir a rodar. Llevo unos años intentando procurar tener tiempo libre y unas buenas vacaciones que sino es imposible.
LA: Rosario muchas gracias por todo ¡y suerte con la obra y todos tus proyecto!
RP: A vosotros, ¡ha sido un placer!