FÚTBOL. PRIMERA DIVISIÓN. JORNADA 35. El Club Deportivo Leganés empata en una tarde yerma. Los de Pellegrino merecieron algo más pero no lograron materializar ninguna ocasión.
Después de la tormenta, siempre viene la calma. Pasados los lodazales, llegaron los rayos de sol para certificar que volvía la primavera a Butarque. Una primavera en la que florecieron los mejores partidos pepineros de la temporada y que hicieron creer que la aventura europea era posible. Pero las mieles continentales se escurrieron con la lluvia.
Aficionados de ambos equipos, disfrutando del buen tiempo en la previa del partido. Leganés Activo Superpepino, uno de los principales reclamos en Butarque para ambas aficiones. Leganés Activo
Pero a falta de cuatro jornadas, no es tiempo de lamentos. Todos lo saben. Leganés y Celta, que han estado en la cuerda floja durante buen parte de la temporada, son más que conscientes. Y a falta de escasas fechas, cada balón sobre el césped puede suponer el detalle que marque la diferencia. Ambos conjuntos salieron al campo con el deber de cumplir con sus aficiones, que apretaron desde el calentamiento.
Un balón para dominarlos a todos
Los pepineros jugaban en casa y eso, de alguna forma, tiene que notarse. El Celta, algo más necesitado de puntos, tiró de nervio en los primeros minutos frente a un Leganés que quiso hacerse con el esférico para controlar la situación y enfriar el empuje gallego. Los celtistas cargaron de revoluciones el partido y los blanquiazules jugaron de manual, cortita y al pie, sin complicaciones.
Con el paso de los minutos, los visitantes desistieron en su asedio y los de Pellegrino se engrandecieron. Vesga, que fue entrando en materia, agilizó las transiciones de balón desde la sala de máquinas y En-Nesyri, que no paró, fue un quebradero de cabeza para los defensores gallegos.
Poco fútbol y mucha polémica
Martínez Munuera, colegiado del encuentro, generó polémica durante la primera mitad. Más allá de sus apreciaciones arbitrales, que podrían haber supuesto alguna ocasión manifiesta de gol, es cierto que los pepineros dominaban y los hombres de Escribá no terminaban de carburar. Cuando falta ese «algo», es muy difícil saber dar con la clave.
Una clave que para el Leganés era, simplemente, estar bien. Cuando Silva no acertaba al pase, Omeruo cubría con eficacia. Cuando el esférico llegaba al área, Cuéllar no dudaba. Al final, faltaba lo de siempre: probar la portería rival. Rubén tuvo poco trabajo a pesar de que sus defensores se pusieron el mono de trabajo para frenar la velocidad de En-Nesyri, Vesga y Óscar. La primera parte tuvo poco fútbol y demasiada pitada en un encuentro de mucho contacto y disputa. Es lo mínimo que se pide, pero faltaban los saltos desde las butacas.
«Y mete un gol»
Lo que ha sido siempre un cántico tradicional en Butarque se presentó en la tarde del sábado desde dos canales. Aficionados celtistas y pepineros entonaron desde su gargantas la petición para sus conjuntos, poco arriesgados. En la disputa se podía perder más de lo que se pudiera ganar. Y ya no están las cosas para experimentos.
La mejor ocasión llegó de las botas de Aspas. El punta colocó el esférico por encima de Cuéllar y Omeruo, en línea de gol, salvó a su equipo del primer gol y a los aficionados del infarto, que agradecieron sin embargo ese oasis de emoción en el desierto de lo insulso. Llegaron los primeros cambios y Pellegrino decidió que la revolución tenía que venir desde arriba. Carrillo y Santos ocuparon los puestos de En-Nesyri y Braithwaite para aportar otro estilo a la delantera pepinera.
Revolución sin gloria
A pesar de los cambios, que terminaron por dar el dominio a los locales, el gol no se presentó en Butarque. En un duelo igualado, con un fútbol justito para pasar la tarde, es cierto que el Lega mereció más, pero merecerlo no es suficiente. Daba la sensación que los cambios, una vez más, llegaban demasiado tarde. El Zhar, sin ir más lejos, hubiera deslumbrado con veinte minutos más. O con los noventa, para qué mentir.
La permanencia tendrá que esperar a la próxima jornada. A falta de nueve puntos por disputar, la diferencia es de ocho. Virtualmente está hecho, pero no es suficiente. Habrá que esperar, al menos, hasta Sevilla, tierras duras para jugarse algo tan importante.