La Parroquia de San Salvador está a punto de ser reabierta. Sin bancos, recién pintada y con los retablos cubiertos por enormes andamios, poner un pie en el interior del templo impone más que nunca. En el centro, pero todavía sin altar ni megafonía, el párroco Jaime Pérez congregaba a los feligreses para agradecerles su visita y explicarles que tan solo quedan dos semanas para comenzar los oficios.
«Las obras mayores están ya pero queda la restauración de los retablos«, aseguraba para Leganés Activo el párroco Jaime Pérez. Y es que, aprovechando las obras de rehabilitación, la Parroquia ha contratado la restauración de todos los retablos del templo.
La gran riqueza artística de la parroquia está haciendo que los trabajos se retrasen un poco más debido a lo minucioso que tienen que ser. «Tenéis un auténtico tesoro en bienes muebles», explicaba María Luis López, responsable de la empresa de restauración del retablo mayor, «no solo tenéis tres retablos de José de Churriguera, el máximo exponente de la escuela de Madrid, también hay grandes elementos de gran valía».
A su alrededor, repartidas en cinco imponentes andamios, una decena de restauradoras trabajan en mejorar los retablos, dos de ellos de José de Churriguera, y otros dos, los que lucen a ambos lados del retablo mayor, de autores anónimos: «creíamos que eran de un mismo autor, discípulo de Churriguera, pero no tienen el mismo color oro ni el mismo patrón… puede que sean dos autores diferentes siguiendo el estilo marcado por Churriguera».
Para poder apreciarlos, la Parroquia ha permitido al privilegiado grupo que acudía a la inauguración de la placa en honor a Juan Muñoz, subir a los andamios por turnos para disfrutar tanto de las obras como del trabajo de las restauradoras. «Son obras que están casi perfectamente conservadas», nos explica una de las trabajadoras sobre el retablo de Churriguera a la derecha del altar.
De cerca, apenas se pueden apreciar grietas fruto del movimiento de tierra que también habían resquebrajado las paredes, o la falta de dedos o esquinas en las partes superiores. La propia restauradora nos explica que estas partes no se reponen puesto que su trabajo es, únicamente, de mantenimiento aunque «si es un patrón que se repite sí se estudia recuperarlo».
Los retablos anónimos están compuestos, además de las imponentes columnas propias del estilo churrigueresco, de varias figuras de ángeles y vírgenes de las que, de cerca, se pueden apreciar los detalles de pestañas, cejas y pupilas, que las hace parecer con vida. En los retablos de Churriguera, los lienzos de Francesco Leonardini -«su firma se ve muy bien en el sector derecho superior del retablo mayor»-, que ya fueron restaurados en la década de los 80, cobran mayor protagonismo.
Desde las alturas, no solo se apreciaban los sectores más altos de los retablos que aún conservan los soportes de velas con los que se iluminaban en la antigüedad, sino también una panorámica completa de la nave central, donde el blanco vuelve a lucir y el histórico órgano espera paciente su turno en una estancia con el suelo recientemente instalado. A sus pies, en las naves laterales se han descubierto dos cuadros con inscripciones en latín, y dos más en las columnas.
Apenas quedan semanas para que las puertas se vuelvan a abrir y acoja los primeros oficios tras estas obras, incluidas en el presupuesto de Patrimonio de la Comunidad de Madrid. Una fecha muy señalada para el párroco y para la que el templo se engalana muy pacientemente sacando todo el brillo posible a estos tesoros de arte de Leganés.