Por fin. El CD Leganés volvió a sonreír y, sobre todo, a convencer. Después de varias jornadas marcadas por la frustración, los empates y una derrota que había desanimado a la afición, el equipo pepinero se desquitó en Andorra (1-2) con una victoria cargada de carácter. Una victoria que vale más que tres puntos: vale autoestima, confianza y reconexión con la grada.
Paco López movió el banquillo e introdujo cambios clave. Volvieron Cissé tras sanción y Diego García, que estrenó capitanía, además del estreno de Figueredo y la entrada de Marvel. El plan fue claro: solidez atrás, velocidad por bandas y agresividad arriba. El resultado, un Leganés reconocible desde el primer minuto, aunque sin acierto en la primera parte.
Duk y Naim rompen el bloqueo
El Andorra arrancó con fuerza, pero el Lega respondió con varias llegadas de Juan Cruz y Diego García que rozaron el gol. El VAR anuló un tanto local y nos fuimos al descanso con un empate sin goles, aunque con buenas sensaciones.
Y fue entonces cuando apareció el equipo que la afición pedía ver. En apenas cuatro minutos, dos golazos cambiaron todo.
Primero, Duk (47’) sorprendió con un libre directo espectacular desde lejos que dibujó una parábola imposible para Owono. Y casi sin tiempo para respirar, Naim (51’) firmó una jugada individual de las que levantan del asiento: desborde, disparo al palo y dentro. En apenas un suspiro, el Lega pasó del bloqueo a la liberación.
El Andorra recortó distancias en el 86’ por mediación de Gael Alonso, pero los pepineros resistieron con firmeza. En los minutos finales, Petxarromán fue expulsado y el Leganés supo cerrar el encuentro con madurez.
Un triunfo que cambia la dinámica
El 1-2 supone la segunda victoria consecutiva fuera de casa y un alivio para una afición que necesitaba creer otra vez. Lo más importante no fueron los goles, sino la reacción en la segunda parte, ese talón de Aquiles que tantas veces había condenado al equipo.
El CD Leganés suma diez puntos y encadena su segunda victoria consecutiva fuera de casa, pero lo más importante no se mide en la tabla: se mide en sensaciones. En Andorra, el Lega volvió a creer… y con él, volvió a creer toda una ciudad.