Mientras Leganés se llena estos días de luces, conciertos y actos por las fiestas patronales, cada año repetimos el ritual: celebramos a San Nicasio, pronunciamos su nombre… pero casi nadie sabe quién fue realmente el personaje al que dedicamos nuestras fiestas y hasta un barrio. Y la realidad es tan sorprendente como incómoda: de nuestro patrón apenas existen certezas históricas.
Lo que sí existen son leyendas, confusiones y relatos religiosos cargados de milagros imposibles. Según los documentos eclesiásticos, San Nicasio llegó a “curar disenterías, calenturas, dolores reumáticos, miembros rotos, dar habla a mudos, curar hemorragias… e incluso resucitar muertos”.
Dos Nicasios, un solo patrón
Los expertos coinciden en que hay dos figuras históricas fusionadas bajo un mismo nombre. Por un lado, un Nicasio nacido en Grecia en el siglo I, obispo de Rouen, perseguido y ejecutado por los romanos. Por otro, otro obispo —este de Reims— nacido en la Galia en el siglo V y muerto a manos de los hunos.
Las biografías se solapan, se mezclan con el tiempo y terminan convertidas en una sola leyenda. Hoy, cuando se habla del patrón de Leganés, los historiadores apuntan con mayor probabilidad al primero: el obispo de Rouen.
De mártir a leyenda
Según relata el historiador local Francisco Arroyo Martín en su blog El Arte de la Historia, Nicasio fue enviado a evangelizar la Galia por el papa Clemente en el siglo I. Sus predicaciones, milagros y conversos llamaron tanto la atención que terminaron despertando la ira del gobernador romano Fescino.
El grupo fue arrestado, torturado y obligado a renunciar a su fe. Nicasio se negó. Finalmente, él y sus compañeros —Quirino y Escubículo— fueron decapitados un 11 de octubre en la plaza de Scamnis, cerca del río Epte.
El hallazgo milagroso de los restos
Durante siglos no se supo nada de ellos. Hasta el siglo XI, cuando, según cuenta la tradición, un labriego encontró unos huesos envueltos en un paño. Para certificar que pertenecían a un santo intentó quemarlos… pero ni los restos ni la tela se consumieron.
A partir de ahí crecieron los relatos milagrosos. En el siglo XII incluso se narró que diez hombres fueron incapaces de mover sus reliquias cuando un noble intentó impedir la rogativa que le rendía culto.
¿Qué tiene que ver San Nicasio con Leganés?
La conexión con Leganés llegó siglos después. El primer documento que lo menciona como santo protector local data de 1580, en las Relaciones Topográficas de Felipe II, donde los vecinos declaran haberle votado como patrón por causa de una peste que asoló la zona.
En el año 1600 se funda formalmente la Cofradía de San Nicasio, como experiencia colectiva para pedir su protección frente a epidemias y desgracias sanitarias. Es pura historia social: en una época sin médicos ni recursos públicos, la fe era el refugio de la población.
Las fiestas comenzaron a organizarse cada 11 de octubre y pronto adquirieron tanto peso económico que en 1611 el propio Teniente de Corregidor de Madrid prohibió parte de los festejos por su elevado coste: toros, comedias, bailes y juegos de cañas.
De rogativas a macrofiestas
Cuatro siglos después, Leganés sigue celebrando al mismo santo. Pero el sentido original se ha diluido entre conciertos, carpas y fuegos artificiales. Pocos recuerdan que San Nicasio no nació como excusa para hacer fiestas, sino como respuesta colectiva al miedo, la enfermedad y el abandono sanitario de una época sin servicios públicos.
Quizá este sea el mejor recordatorio: nuestro patrón no simboliza solo devoción, sino también la historia de un pueblo que buscó protección cuando no tenía ninguna más.




