El acoso escolar es una de las peores experiencias que los niños pueden sufrir en la escuela, con secuelas que pueden acompañarla durante toda la vida. Estar atentos a los síntomas, y crear un clima de comunicación y confianza con nuestros hijos, junto con la educación en el respeto, son las mejores herramientas con las que contamos.
El acoso escolar, también llamado «bullying», no es un síntoma, sino una enfermedad de la sociedad que genera una de las peores experiencias que un niño o adolescente pueden tener en la vida escolar. La experiencia repetida de esta condición por parte de la víctima puede alcanzar consecuencias graves a nivel psicológico que van desde deterioro del nivel académico a la depresión y en algunos casos, pueden llegar incluso hasta el suicidio.
Tipos de acoso
El acoso tiene varias caras y pinta la experiencia del niño en colores oscuros y apagados que cuesta mucho borrar. Los maltratos comunes en el ámbito escolar son: Acoso emocional, se trata de insultos verbales o escritos, amenazas, bromas, discriminación, rechazo; Acoso Físico, comportamiento agresivo hacia la víctima, patadas, golpes, empujones, y rotura de sus materiales; Acoso electrónico o Cyberbullying, es acoso a través de las redes sociales como Instagram, Facebook, mensajes y correos electrónicos que muestran falsos rumores, amenazas, fotos y comentarios sexistas o racistas.
El dolor y su consecuencia
El daño que genera el acoso no es un pequeño charco en el que se refleja solo la cara de acosador, sino que es un mar de dolor que contiene a los otros compañeros y testigos que generan el aislamiento y la exclusión social.
Las consecuencias de esta experiencia implican desarrollar sentimientos de humillación, vergüenza y mucha culpa que llevaran por dentro, así como problemas emocionales, entre ellos la pérdida de autoestima. También pueden aparecer síntomas físicos tales como vómitos, dolores de la tripa, cabeza y diversas somatizaciones. Si no lo paramos en el momento adecuado, puede desarrollar trastornos de aprendizaje, trastornos de estrés postraumático, depresión, ansiedad, ataques de pánico, agorafobia, trastornos de la conducta alimentaria, anorexia o bulimia. Por desgracia, en los casos más extremos, cuando siente solo en el mundo puede recurrir a las autolesiones o tener alguna intención suicida.
¿Mi hijo sufre bullying?
La sensación que mi hijo ha cambiado, le pasa algo y no me cuenta nada de lo que le ocurre en su vida, genera miedo en cualquier padre. Uno de los principales problemas sigue siendo el silencio de las víctimas. Lamentablemente, muchos niños no cuentan a sus padres lo que ha sucedido por pensar que no les comprenderán y por la vergüenza que sienten, pues piensan que les ha pasado a ellos y no son capaces de enfrentar (y eso les hace sentirse culpables). Podemos estar atentos a las manifestaciones de los problemas emocionales, tales como bajada del estado de ánimo, falta de risa o de sonrisa, ausencia de disfrute en general, pero también la irritabilidad, menor tolerancia y la negación a relacionarse con otros. Suelen presentar ataques de ira o de lloro, mostrarse estresados, tener problemas de sueños y pesadillas. Muestran reducción en su rendimiento escolar y pueden tener más dificultades en el momento de ir al colegio, con malhumor, y cambio del apetito. Las víctimas de bullying físico llevan marcas en el cuerpo, ropa rota, quejas de dolor de cabeza, y a veces los materiales del colegio destrozados. Mejorar la comunicación con tu hijo es la mejor forma de prevenir y de ayudar; hacerle sentir siempre querido y apoyado; y, en cualquier caso, busca ayuda especializada si piensas que lo necesitas.
Alma Levi.
Psicóloga.
Master en Psicología Educativa.
Knossos Psicólogos
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