El escritor leganense Modesto González presentará este jueves en la Libre de Barrio su ensayo, publicado con Círculo Rojo, a las 19:00 h. En el acto intervendrá el propio autor y Carlos Cuadrado.
‘Poetas en la sierra de Gredos‘ de Modesto González Lucas es un libro que recoger todo lo que los poetas: José Somoza, José María Gabriel y Galán, Miguel de Unamuno, Víctor Pérez, Dionisio Ridruejo, Ramón de Garciasol, Santiago Castelo, Andrés Sorel, José María Muñoz Quirós… han escrito y publicado en el entorno del paisaje de la sierra de Gredos.
Miguel de Unamuno se consideraba a sí mismo, con más mérito que justicia, “poeta mayor de Gredos” aunque había nacido en Bilbao. Unamuno no es a Gredos lo que Antonio Machado es a Soria. El rector de la universidad de Salamanca pasó algunos veranos de los primeros años del siglo XX por Becedas, desde entonces llevaría esta sierra abulense muy dentro metida en el fondo del alma. “Mientras viva–escribía en su libro “Por tierras de Portugal y de España”–me quedará recuerdo de mis correrías por las faldas de Gredos”.
José Somoza había nacido en Piedrahíta en el último tercio del siglo XVIII. Sus contemporáneos le apodaban y con razón “el solitario de Gredos”, no quiso nunca, al menos voluntariamente, abandonar esta localidad abulense. Como político, fue un liberal comprometido, costándole la cárcel en más de una ocasión. Como filósofo, fue un ilustrado, en su Piedrahíta natal pudo cultivar su ideal de libertad y felicidad. Como poeta, su Oda a la laguna de Gredos puede ser considerado como el primer poema sobre el paisaje en el que está enclavada esta laguna.
José María Gabriel y Galán es el otro poeta de la tierra. Más que grande, mejor sería calificarle de entrañable. En sus poemas no cita de manera expresa a la sierra de Gredos ni tan siquiera a Piedrahíta, a pesar de haber ejercido entre 1892 y 1898 de maestro en las escuelas graduadas de esta localidad. Sin embargo, en la casi totalidad de su obra poética nos habla sin descanso del sentir de las gentes que habitan en este rincón de Castilla pegado a Extremadura al tiempo que nos recrea magistralmente su paisaje.
Dionisio Ridruejo era amigo de José Antonio Primo de Rivera. Falangista destacado de la segunda hornada, terminó convertido en el “gran desengañado” del franquismo durante la posguerra. Buen poeta. Para este soriano, la sierra de Gredos era la representación de la España con la que él soñaba, dura y pura como los gigantescos riscos que elevan su perfil a los cielos despejados de Castilla. Ramón de Garciasol, por el contrario, como escribió sobre él Francisco Umbral: “sufrió cárceles, fríos y hambres de posguerra”; estuvo preso en Albatera nada más acabar la Guerra Civil. Su entrañable amor por la sierra de Gredos quedó plasmado en sus “Sonetos de Burgohondo”.