Si querías mantenerte al día de las noticias nacionales, regionales o locales, antes solo había una vía: la prensa en papel. Y la única forma de hacerte con ella era en el quiosco. La visita al quiosco era obligada. Los más curiosos acudían a diario, los interesados en el corazón los miércoles, y los suplementos los domingos. Con la llegada de Internet todo cambió, y el Estado de Alarma le dio el último estacazo.
«Antes había 32 quioscos en todo Leganés, ahora solo quedamos cuatro, pero también han ido cerrando las tiendas que vendían prensa», remarca Almudena, que regenta el quiosco ubicado en la Avenida Juan Carlos I, propiedad de su marido y su familia desde hace 52 años. Sin embargo, la pérdida de estos puntos no ha supuesto un aumento de ventas para el resto de puntos: «muchos son gente mayor que si se cierra uno, no buscan un nuevo sitio».
Con una sonrisa, atiende a sus clientes, de cuya gran mayoría recuerda su nombre. «Son una clientela fiel», destaca. Encarna es la regente de uno de esos cuatro quioscos. Con más de 30 años al frente, recuerda perfectamente el cambio de clientela que ha sufrido: «antes venía gente de todo tipo, ahora son un público más específico. Viene todos los días y son los más fieles».
«Ahora los coleccionables nos salvan, si fuera por los periódicos que vendemos diariamente te digo que ya no estábamos«, añadía Almudena. De hecho, antes los domingos era un gran día puesto que salían todos los periódicos con sus suplementos y coleccionables, ahora es uno de los peores, lo que hace que muchos aprovechen para cerrar.
Los quioscos de Leganés mantienen su esencia
Encarna, en El Carrascal, está ubicada en una esquina con una gran afluencia, al lado del Centro de Salud María Montessori. Y aunque ha visto repuntar sus ventas entre los jóvenes en los últimos años, también ha sufrido los graves problemas de esta situación: «He comenzado a vender revistar de pasatiempos, y artículos que antes no tenía. Pero me niego a cambiar mucho más». Lo mismo les ocurre al resto de quioscos.
En el resto de Madrid, algunos quioscos han optado por el envío a domicilio, la instalación de cafeteras, o la venta de otros artículos como paraguas pero en Leganés, luchan por mantener su esencia. «Depende de la zona en la que estés puedes innovar. Algunos colegas ponen paquetería pero yo ya no me complico«, bromea Evelyn, cuyo quiosco está ubicado en la Avenida de Fuenlabrada.
«Me lo tomo como un hobby»
«Nos defendemos pero poco. En su día, cuando se trabajaba bien lo aproveché y estoy viviendo de eso más otros ingresos. Pero yo me lo tomo como hobby ya: este año me jubilo y voy a seguir para estar activa, porque por otra cosa no merece la pena», confiesa Evelyn. Tras ella, una clienta habitual que escucha la frase la pide que nunca lo deje: «¿dónde voy a ir yo todas las mañanas si tú no estás?».
Ellas mismas confiesan que su labor como un punto de venta de la prensa escrita ha pasado a un segundo plano. Ahora se consideran más un servicio social. «Son muchos los que vienen cada día a coger su periódico, charlar y terminar el paseo de la mañana«, explican. «Cuando cerramos por Semana Santa o vacaciones, muchos se quedan sin su revista. Son más fieles del quiosco que del artículo por la cercanía», añade Encarna.
«Me siento como una obra social», apunta Almudena quien bromea que «dentro de unos años, los quioscos se verán solo en un museo». Y es que tiene claro que los quioscos «no tienen futuro». De hecho, ninguna tiene relevo generacional para mantener abierto el quiosco. «Cuando no estemos nos echarán de menos, o eso quiero pensar».