“Soy la menor de seis hermanos. Mamá murió hace mucho tiempo, demasiado tiempo. Murió joven, demasiado joven, pero dejó un legado que, cien años después de su nacimiento, se mantiene vivo y tan joven como era ella cuando nos dejó”. Así comienza Mi madre y yo, la obra de Maite Ordóñez que recoge no solo la historia de Paquita Gallego, sino también el eco de una vida que marcó a toda una comunidad.
Fue el centenario del nacimiento de su madre lo que impulsó a Maite Ordóñez a escribir este libro. “Empecé a escribir una pequeña biografía para una exposición que iban a dedicarle por su 100 aniversario y prácticamente acabé el libro la misma noche que lo empecé”, recuerda. Confiesa que fue casi un “desahogo”: “Según escribía me venían muchos recuerdos, me iban naciendo las palabras y las iba transmitiendo al teclado”. El proceso no fue fácil; los recuerdos felices contrastaban con el inevitable gris de sus últimos años, marcados por su enfermedad.
A pesar de lo difícil que resultó revivir y plasmar todas esas vivencias, Maite Ordóñez confiesa a Leganés Activo la profunda ”’paz”’ que la envolvió al terminar el libro. Desde el principio tuvo claro su propósito: acercar la historia de Paquita Gallego al “pueblo” de Leganés. Para ella, Mi madre y yo representa una ventana para conocer de una forma más cercana a la mujer que marcó la historia de nuestro municipio.
Emprendedora y solidaria
Si algo caracterizó a Paquita Gallego fue su espíritu emprendedor guiado por su solidaridad. Porque sí, su hija Maite la define como “solidaria”, pero también “emprendedora” y “visionaria”. Y es que su madre puso en marcha muchos proyectos que cambiaron la vida de los vecinos y vecinas de Leganés. Con sólo veinte años fundó lo que hoy podríamos conocer como una “escuela de moda” —que en su momento se conocía como “vamos a coser a casa de Paquita”—, pero también enseñó a leer a quien lo necesitaba, creó el primer “club de ancianos” de Leganés o puso en marcha la primera “operación kilo” del municipio cuando aún ni existía ese concepto.
Pero si hay algo por lo que Paquita Gallego es recordada en Leganés, es por el comedor social que puso en marcha hace décadas y que a día de hoy sigue abriendo sus puertas a quien lo necesita. De ello también habla Ordóñez en Mi madre y yo, pues vivió como niña los comienzos de este comedor, que actualmente lleva el nombre de Paquita Gallego.
En conversación con este diario la autora confiesa que, de todas las acciones que puso en marcha su madre, los inicios del comedor le marcaron más que cualquier otro proyecto: “Cuando empezó el comedor en el salón de mi casa, yo era una niña igual que todos los que iban a comer”. Recuerda con cariño cómo durante unas horas esos niños sentían que también era su casa, un refugio en el que les daban de comer y podían pasar el rato con otros niños: “Esto para una niña fue toda una experiencia, el compartir todo”.
Paquita Gallego “sin maquillar”
Cuando la autora se propuso escribir este libro, tenía claro que quería mostrar la historia de Paquita “sin maquillar”, narrando la vida de una madre que, en su sencillez, “transformó la realidad de quienes la rodeaban”.
El primer título que Maite Ordóñez tenía en mente para su libro no era Mi madre y yo, sino Tú no eres como otras madres. Sin embargo, cuando lo compartió con su entorno, muchos coincidieron en que “idealizaba” demasiado a Paquita, alejándola de la sencillez y cotidianidad que la definían. Pero para la autora, más que un halago, aquel título encerraba un “reproche velado”; la mirada de una hija que, en su momento, no siempre comprendió la excepcionalidad de su madre.
Y es que para una niña y luego adolescente, era complicado asumir que ni su madre ni su casa eran “como las otras”. “Mamá, ¿por qué no eres como las otras madres? Esas madres que siempre están en casa, que reciben a sus hijos con todo impecable y la comida recién hecha”, escribe la autora. La casa de Paquita no era solo un hogar; a menudo se convertía en escuela, guardería o comedor, un refugio para quienes lo necesitaban. Sus hijos nunca sabían a quién se encontrarían al llegar, y esa incertidumbre, lejos de ser un privilegio a los ojos de una adolescente, podía convertirse en una frustración. Ordóñez recuerda que no siempre podía invitar a compañeros a hacer trabajos del colegio porque «no sabía si alguien estaría usando mi habitación o si la cocina estaría libre».
Este sentimiento de “reproche”, que compartieron los seis hijos de Paquita en algún punto de sus vidas, se fue “diluyendo, transformándose en aceptación y, finalmente, en profunda admiración por cada uno de los actos que realizaba”. Así, su hija menor escribe: “Mamá, tú no eres como las demás madres, eres especial”. Lo que en su día pudo suponer alguna molestia, se acabó transformando en el modo de vida de toda la familia, que encontraba en ese caos solidario y entrega sin descanso la esencia de su hogar.
Teresa de Calcuta en Leganés
Además de su familia y todas las personas a las que ayudó, la religión fue un pilar fundamental en la vida de Paquita Gallego. Sus hijos la recuerdan con una Biblia en mano y “aplicando en su día a día” las enseñanzas de los evangelios.
Tal era la fe y la determinación de Paquita que logró una vez más lo que parecía imposible: traer a Leganés a Teresa de Calcuta, a quien consideraba “la representación de Jesucristo en el siglo XX”. Con apenas recursos, pero con una voluntad inquebrantable, consiguió que una figura de tal magnitud no solo visitara la ciudad, sino que incluso estableciera allí un convento durante algún tiempo.
Un legado que va más allá
En definitiva, lo que más recuerda la pequeña de los seis hijos de Paquita Gallego es su “faceta solidaria”. Asegura que es uno de los valores más importantes que le transmitió su madre, y que a día de hoy sigue caracterizado a su familia. Cuenta orgullosa cómo durante toda su vida (en mayor o menor medida) tanto ella como sus hermanos y hermanas han estado muy involucrados en los proyectos de su madre. De hecho, Ordóñez explica a este diario que las ganancias que se obtengan de Mi madre y yo irán directamente al comedor social de Paquita Gallego.
Con este libro, Ordóñez busca que los lectores se acerquen más a Paquita Gallego, y que vean que “era una mujer normal, como cualquier persona”, pero «muy solidaria, visionaria y con mucha resiliencia”. Además de buena persona, Ordóñez también espera que quien lo lea se de cuenta de la “muy buena madre” que era. En Mi madre y yo, Maite Ordóñez asegura haber “desnudado” su alma. “Está el 100%; el 50% de mi madre y el 50% de cómo lo viví y sentí todo”, explica la autora. Y es que este libro no es solo un precioso recorrido por la historia de una mujer que cambió la vida de muchísimas personas en Leganés, sino también la historia de una hija que recuerda con cariño y admiración la huella y el legado de su madre.