La Parroquia de San Salvador, ubicada en el centro de la ciudad, es uno de los focos de historia antigua de Leganés mejor conservados de la localidad. Diseñada por una larga lista de arquitectos, en ella se conservan retablos de José Benito Churriguera, y un lienzo del Marqués de Leganés.
Según asegura la propia parroquia en su web, «la Iglesia parroquial de San Salvador, en Leganés, es un edificio de tipología madrileña, cuya construcción comienza en plena época de los Reyes Católicos, en el primer cuarto del siglo XVI (tal vez, incluso, a finales del siglo anterior). El proceso constructivo del templo –que podría situarse entre 1500 y 1720- está muy bien documentado, gracias a su riquísimo archivo parroquial, que conserva documentación desde el s. XVI al XXI«.
En un principio la construcción, dedicada a la Santísima Trinidad, se componía de una única cámara circular según las hipótesis manejadas por José Juan Pérez Preciado, entre otros historiadores, ya que no fue hasta el siglo XVII cuando se comenzaron las obras del resto de las áreas del actual templo, dedicado al Santo Salvador en el misterio de su Transfiguración.
Su construcción fue encargada a una larga lista de arquitectos que se fueron sucediendo entre sí a lo largo de los años si bien el primer pago del que se tiene constancia data de 1537 se encuentra a nombre de un desconocido Ponce en concepto de la realización de la capilla. Este arquitecto recibió 170 reales por el encargo.
Leganés nació eclesiásticamente en la diócesis primada del territorio español: la archidiócesis de Toledo. Por ello fueron diversos artistas toledanos los que la visitaron en numerosas ocasiones, a las órdenes de su arzobispo. El más insigne de los arquitectos que visita nuestro templo parroquial e informa de su estado durante el s. XVII fue Bartologmé Zumbigo.
Entre los siguientes encargados de la obra figuran Pedro de Goitia quien elaboró el ábside; Maese Antonio y Juan Díaz Blanco, constructores de la primera fase de la capilla mayor; Pedro Gil de Sopeña quien se encargó de la segunda fase, Nicolás de Vergara ‘el joven’, que fue maestro de obras en la Iglesia de Toledo; Juan Cuadrado, que llevó a cabo los diseños de Vergara; Mateo Sánchez; Blas Bueno, encargado de la elaboración de la reja de la tribuna y los altares; entre otros.
Escasez de fondos y recolectas ciudadanas
Debido a la escasez de dinero, las obras de la Parroquia de Leganés se mantuvieron paradas durante varios años hasta 1569, cuando el visitador arzobispal ordenó a los arquitectos derruir la capilla vieja y construir una nueva con techo de crucero, muy similar a la existente actualmente. Esta orden se llevó a cabo por Pedro Herrero que la finalizó en 1571. Ocho años después se prosiguieron los trabajos en la bóveda de la capilla terminando las obras estructurales. Más tarde, en 1588 es cuando se comienzan a realizar pequeños trabajos para mejorar el templo como la elaboración de la pila de bautismo por Pedro Fernández, el derribo de las tapias de los portales o la construcción de la ventana en el coro para iluminar la Iglesia.
Esta costosa elaboración fue costeada no sólo por el arzobispado, sino también por los propios vecinos. Según consta en los archivos, la parroquia realizó varias recolectas con las que poder subvencionar la obra. La primera de ellas data de antes de 1565, cuando los propios vecinos junto a la cofradía de la Trinidad y el capellán Alonso de Rojas realizaron aportaciones para el levantamiento de la capilla mayor.
A ella le sucedieron varias recolectas organizadas el 8 de septiembre de 1567 cuando se consiguieron reunir 17.000 maravedíes con motivo de una procesión de la imagen de María; en la Semana Santa de 1568 cuando se reunieron 11.492 maravedíes; o el 17 de noviembre de 1569 reuniendo 255 reales.
Fondo cultural
El templo queda configurado como un gran conjunto barroco en torno al primer cuarto del s. XVIII, que es cuando se realizan los retablos más modernos que el templo conserva. El artista más importante que contribuye a la unidad que observamos en su interior, vinculando arquitectura, decoración, escultura y pintura es el madrileño José Benito Churriguera que nos ha dejado aquí uno de los retablos más espléndidos de todo el barroco español: el que contemplamos en el altar mayor, y que vio la luz entre 1701 y 1707.
En el centro de la composición podemos admirar el lienzo costeado por el Marqués de Leganés, en que el artista veneciano Francesco Leonardoni (1702) plasmó el misterio de la Transfiguración (fiesta titular de nuestra parroquia, el 6 de agosto de cada año). Las otras dos obras realizadas por Churriguera en Leganés hacia 1720 son los dos retablos laterales del crucero, en los cuales se advierte la progresiva e imparable evolución artística e imaginación de uno de los mejores escultores del barroco madrileño y del barroco universal.