Maltrato infantil: La máscara que oculta una mente rota

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Los niños necesitan ser observados, atendidos, escuchados, cuidados y por encima de todo amados.  Las marcas del abuso, especialmente las emocionales, no desaparecen, ni se evaporan en el aire. Son heridas que se quedan abiertas, latentes y no se van. Y cada vez más, van acumulando el daño y el dolor.

Cada niño maltratado tiene su máscara para ocultar el dolor. Unos llevan la máscara de la agresividad: quieren contestar y protestar, gritar su dolor a través de un muro de rechazo para que nadie se acerque. Otros tienen la máscara de la tristeza: juegan al escondite, pero no quieren que le encuentren, quieren desaparecer. Tan silenciosos que nadie se da cuenta de su presencia. Otra mascara oculta el miedo, el miedo a que descubran la verdad. El niño inventa y da excusas por temor a que, si alguien se entera, el castigo será peor.

Cada tipo de maltrato, hiere al niño por dentro y provoca daño, daño que interrumpe  su desarrollo emocional y que puede generar desde depresión, ansiedad, TDAH, y hasta acoso escolar.

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Los padres que no ven o no quieren ver

Todos los bebés y los niños dependen de unos cuidadores primarios y la vinculación con esa persona, definirá el tipo de apego y las estrategias y fortalezas para enfrentar su mundo adulto. Para conseguir este equilibrio positivo, los padres deben aceptar que durante su vida van a cometer errores con la educación de sus niños: es normal y además, necesario. 

El maltrato infantil puede producirse por maltratos físicos (cuando el adulto causa un daño físico), pero también puede producirse por maltrato psicológico, con acciones que van desde el abandono, la negligencia, las humillaciones, los insultos, el desprecio, o los castigos inadecuados que rompen cada vez más el espíritu del pequeño.

El acompañamiento y entendimiento en la infancia es esencial

El problema de nuestra sociedad es que hay padres que no ven esta forma ni la consideran como un maltrato, sino como una serie de acciones necesarias para educar el niño.  A veces los padres incapaces de controlar a los niños, incapaces de fijar límites, que no consiguen controlar situaciones como el llanto del bebé, o peleas cotidianas como tomarse las pastillas, terminan no pudiendo controlar su propia frustración e impulsividad, y terminan llevando a cabo una dolorosa solución a corto plazo, que consideran normal y necesaria para “educar”.

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De esta forma, estos patrones de conducta, provocan procesos de aprendizaje que se asociaran a la producción de dolor. Y aprenden que para educar hay que producir dolor, ¿si no hay dolor, cómo se aprende?.

La educación es un proceso largo basado en valores y normas, en dar y recibir, amor y respeto, y aceptar la diversidad.  Los padres maltratadores no saben cómo gestionar sus propias emociones, controlar su frustración y comunicar de forma positiva. Se quedan sin paciencia para ser y eligen el fácil proceso de violencia y castigo.

Romper este silencio

Si sospechas que un niño está siendo abusado o maltratado en su hogar o sientes que no consigues controlar a su hijo, busca una ayuda profesional y no lastimes al niño.

Alma Levi.
Psicóloga.
Máster en Psicología Educativa.
Knossos Psicólogos
Almalev8@gmail.com
knossospsicologos@gmail.com

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