Rosa, la cuidadora comunicó a la funeraria que no tenía familiares aún sabiendo que era mentira. Ahora les pide 150.000€ para abandonar la casa.
El 30 de marzo de 2020, en plena pandemia mundial, Pilar falleció en su hogar a los 70 años. Rosa, la mujer encargada de sus cuidados la encontró en casa y decidió avisar directamente a la funeraria e incinerar el cuerpo. Todo esto, sin contacto previo con sus hijas o familiares. Así consta en la denuncia interpuesta por su familia ante la Policía.
Tan solo 72 horas después de lo ocurrido, Rosa okupó la casa de Pilar y ahora pide 15.000 euros a sus hijas para abandonarla. En ella se encuentra actualmente con su hijo, aunque los vecinos del edificio aseguraron a las cámaras de Madrid Directo que está entrando más gente a vivir.
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Conscientes de la situación y conocedores ahora de la extorsión de la que fuera la cuidadora de Pilar, el 8 de septiembre tuvo lugar una multitudinaria manifestación en el barrio de Zarzaquemada, junto al metro Julián Besteiro, donde se encuentra la casa okupada. Muchos vecinos y amigos de la familia acudieron allí para arropar a las hijas de la fallecida, intentar hacer presión y echar a la mujer que está actualmente okupando.
Así, decenas de personas se han concentrado en el portal junto a medios de comunicación. Un apoyo masivo que Rosana y su pareja han agradecido asegurando que la okupa se encuentra en estado de shock al no esperarse esta reacción.
Cambio de suministros y facturas
Lo curioso es que tan solo diez días antes del fallecimiento de Pilar, la cuidadora cambió los suministros del hogar y los puso a su nombre. Rosana, una de las hijas de Pilar, que estuvo ingresada en el hospital con COVID-19 durante el periodo de tiempo de lo ocurrido, ha sido la que ha dado la voz de alarma ante esta situación y ha contratado una empresa desokupa, la cual ya está poniendo en marcha sus opciones de desalojo para este jueves.
Según la funeraria encargada de la incineración, Rosa manifestó que ella era la persona más cercada a Pilar y proporcionó una autorización para la incineración, una copia de su DNI y otra del de la fallecida. Sin embargo, lo que aún no se consigue explicar la familia es, cómo la funeraria pudo llevar a cabo esos servicios sin comprobar antes la veracidad de los datos proporcionados por la cuidadora.
Es una vergüenza para eso bien en l9s latinos a España para quedarse con las cosas nuestras con el esfuerzo que nos cuesta a nosotros y a nuestros familiares ganarlas
No se puede fiar de los latinos