En los últimos días las redes sociales de los políticos de Leganés se han llenado de vídeos valorando el primer proyecto de EMSULE en una década. Lo que parece que debería ser una buena noticia se ha transformado en un foco de polémica y enfrentamiento entre los diferentes partidos y temor para parte de una sociedad que no acaba de entender la situación actual.
EMSULE llevaba años paralizada, y ahora que parece que se pondrá en marcha, las palabras «integración social» se han convertido en un arma arrojadiza sin sentido. Y es que, ¿qué significa realmente esto? Que estas viviendas estarán destinadas a personas que necesitan de protección -en riesgo de exclusión, víctimas de violencia de género, con diversidad funcional- con ingresos que hay que demostrar y que difieren mucho de aquellas personas que proceden de un realojo. Exacto, tu barrio no pasaría de ser la casa de Heidi al Bronx. La realidad es que se ha creado un problema que no existe con la ayuda del alcalde, que ha entrado en la batalla de gallos en redes sociales.
Hay que tener en cuenta que los requisitos y criterios de acceso a las viviendas no están fijados ya todo esto es solo por el papel de cesión de terreno. No se está debatiendo aún el proyecto. Este deberá ser debatido en el Consejo de Administración de EMSULE donde estarán todos los partidos del Pleno de Leganés quienes saben perfectamente que este debate no es real. Entonces, ¿qué interés hay en que la ciudadanía se ‘pegue’ por esta semántica? ¿Por qué se ha arrojado este cocktel molotov a un público encendido?
Las consecuencias del debate
Para la derecha, el «gran problema» es que estos pisos se conviertan en «narcopisos» y que la delincuencia aumente en «un barrio tranquilo» llegando a pedir que se bloquee el proyecto hasta que se esclarezca todo (esto supondría retrasar todo y que las viviendas no estén listas hasta 2024, mínimo). Un discurso aporofóbico -criminalizando a los que menos tienen- que ha aceptado el PSOE que, en su intento de desmarcarse, ha dejado claro que estas viviendas irán destinadas a personas «con trabajo estable». ¿Quién puede afirmar en estos momentos que tiene un trabajo estable -que no sea funcionario-?
En el actual contexto con 13.173 parados en Leganés y miles de personas en ERTE, es más probable que estos pisos de integración sean concedidos a un autónomo con escasos ingresos, una familia beneficiaria del Ingreso Mínimo Vital o a un joven sin posibilidad de emancipación con trabajo precario, que a un Vaquilla. Colectivos que difícilmente podrán cumplir los requisitos, cada vez más altos, en los que está pensando el alcalde y que, por ahora, van por exigir tener ahorrado el 20% del precio de la vivienda si quieres comprar, tal y como ha afirmado en su última entrevista. Eso sí, los precios del alquiler que maneja van de los 550€ a 750€ más gastos…
¿De verdad creéis que estos baremos los puede cumplir gente que realmente lo necesita?¿Queréis eliminar a estas personas la posibilidad de acceder a nuevas viviendas? ¿De verdad queréis expulsar a los jóvenes de Leganés? ¿De verdad queréis prolongar la pobreza y la falta de vivienda entre los más necesitados? Es imposible mantener el discurso de «pensar en quienes peor lo están pasando» y estigmatizar a su vez a los más necesitados. No son colectivos diferentes. Somos los mismos vecinos.
En Leganés se viene expulsando a jóvenes criados y algunos nacidos en Leganés de padres venidos de tierras de sur del este del oeste, y que por falta de posibilidades tuvieron que comprar su vivienda en el segundo cinturón de Madrid e incluso el tercero y cuarto, porque las casas en esas lejanías eran mas asequibles que en Leganés, se abrieron nuevos barrios y se incorporaron gentes que de Leganés no sabían muchos ni escribir su nombre, una política un poco rara, expulsar a los criados aquí y traer de fuera a que vivieran en estas tierra otrora tierras de labranza, y actualmente nada ha cambiado, si las personas que están en las poltronas pero con las mismas ideas huecas y sin sentido de hace varias décadas.