A veces una imagen vale más que mil palabras. Otras, las palabras nos conectan directas al corazón. Y es que el lenguaje se sirve de ambas y ninguna de las fórmulas es excluyente. Por eso es tan interesante y necesaria esta propuesta literaria: Sombras que iluminan. Un proyecto que nació hace ya tres años de parte del Colectivo Fotográfico de Leganés y que ahora ha visto la luz.
El libro busca explotar la idea de lo bien que conjugan poesía y fotografía. Bajo esta premisa, los 21 fotógrafos del colectivo eligieron a 21 poetas para participar en el libro, y se unieron a través del azar. Cada fotógrafo realizó una foto a partir de un poema y cada poeta realizó un texto a partir de una fotografía configurando las dos partes del libro: De la imagen a la palabra y De la palabra a la imagen.
Sin duda, un interesante ejercicio para el lector que entre sus manos ve cómo se entrelazan los significados de poemas y fotografía, pues no siempre van por el mismo camino. Esto le ha ocurrido, por ejemplo, a María de la Vega, autora de dos poemas del libro: «en este libro, la fotografía tiene que ver con lo que has hecho, pero no necesariamente con lo que has querido contar, que es diferente».
«Cuando ponemos en diálogo las dos formas de registrar, de mirar, no lo tenemos que ver como un reflejo, sino como un ensamblaje», apunta Rosanna Acquaroni. «Si fuera un reflejo exacto estaríamos ilustrando y no se trata de eso», señalaba muy acertadamente Carlos Escribano. Y es que esto va mucho más allá que un simple poemario. Se trata de fotografías inspiradoras y emocionantes que llegan directas al corazón de la mano de los versos que tiñan las hojas de este libro lleno de arte.
«Existe una conexión muy fuerte entre la fotografía y la poesía. Es algo visceral. Cuando fotografía algo que está muy ligado a mi, que me llama poderosamente la atención, siento un nudo como en el estómago», explica Raquel Álvaro.
El arte guía al artista
Las páginas de este libro no solo nos llevan a ver el mundo a través de los ojos de sus autores y nos hace disfrutar, sino que también nos cuenta mucho sobre ellos. «Con la fotografía uno muestra cómo es», apuntaba Carlos, algo que también ocurre con los poemas, como apunta Rosanna: «cuando escribo poesía no sé qué me voy a encontrar, el poema me dice algo de mi que no sabía». Y es que no hay nada como el arte para mostrar cómo ves el mundo que te rodea.
Durante la presentación se abrió un interesante melón: ¿es el artista el que busca el resultado o se lo encuentra? Aunque en un primer momento hubo debate, la conclusión llegó pronto: el arte guía al artista, pero es el receptor quien le da significado. «El espectador es parte de la obra. Es quien la rebrota, y redesarrolla cuando se enfrenta a ella», apuntaba Santiago Valverde. «Sin el receptor no existe el texto o la imagen», añadía Rosanna.
Así, invito a todos ustedes, lectores, a no dejar esta obra, Sombras que iluminan, sin escribir ni fotografiar, porque, en palabras de Carlos Escribano «ha sido un trabajo largo y tedioso que ha merecido la pena». Un experimento que ha enamorado a poetas y fotógrafos que amenazan [y esperemos que lo cumplan] con continuar la conexión y seguir en esta senda.
Un libro valiente, esfuerzo de fotógrafos y poetas convertidos en editores, que unifica dos formas de contar, dos maneras de dialogar y leer en las imágenes y los textos. Ya lo tengo en mis manos y deseando comenzar su lectura.
Muy buen artículo del acto de presentación.