Ekaterina: «Necesito creer en el futuro de Ucrania, hay que terminar la guerra»

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Ekaterina Ivasko y sus hijos, Nazarii y Sofiia, son los primeros habitantes del centro de refugiados de Leganés, San Josafat, gestionado por Cáritas Diocesana de Getafe

La invasión rusa de Ucrania ha roto millones de vidas. Las bombas obligaron a huir a 14 millones de personas de las zonas de conflicto. Esto le ocurrió a Ekaterina Ivasko y sus hijos, Nazarii y Sofiia, que llegaron a España hace un año y después de un largo periplo en el país son la primera familia residente en el centro de refugiados San Josafat de Leganés.

Ekaterina explica que «este año ha sido el más difícil de mi vida». Y es que todo arrancaba un 24 de febrero que «borró toda mi vida». «Vivimos en un pueblo pequeño muy cerca de Kiev y los primeros días vimos todas las estelas de las bombas. No podíamos dormir por el miedo. Nunca tuve tanto miedo como esa noche«, rememora con lágrimas en los ojos. «Las primeras dos semanas escuchábamos bombas, vimos las tanquetas y mi padre dijo que teníamos que salir».

Ekaterina Ivasko y sus hijos, Nazarii y Sofiia. Foto: Lito Lizana

El temor recorre aún su cuerpo y es que todavía tiene parte de la familia en el país. Su padre, trabajador del campo, y su hermano, policía, se encuentran en el frente. «Ahora están mejor porque antes no había ni luz ni gas ni nada y hablábamos una vez a la semana; ahora hay Internet y hablamos cada día aunque cada vez que escribo a mi hermano me angustio esperando. Él siempre me dice que ‘todo OK’, pero nada está OK».

Aquel 24 de febrero borra toda mi vida. Mi hermano vio como empezó. Cuando las bombas empezaron fueron al campo porque Rusia no quiere que tengamos comida y fue muy difícil abandonar todo.

Ekaterina Ivasko
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3.000 kilómetros hacia su nueva realidad

Para escapar de las bombas, Ekaterina, su madre y sus dos hijos cogieron un autobús durante cinco días hasta llegar a España, donde comenzó un nuevo periplo. Sin conocer el idioma y ni tan siquiera poder articular palabra, la familia se enfrentó a lo que sería su nueva realidad: «las primeras semanas es duro porque tienes mucho que decir pero no puedes. Físicamente no puedes«.

Con un ojo pendiente en todo momento de Ucrania -«cada mañana escucho qué dice Zelenski y llamo a mi familia»-, Ekaterina espera que su estancia en España, aunque agradable, sea breve: «Aquí estoy bien pero en mi casa mejor: tenemos casa, amigos, trabajo, todo».

Necesito creer que el futuro es grande para Ucrania pero ahora necesitamos tranquilidad, hay que terminar la guerra. Terminar la guerra ya

Ekaterina Ivasko

Ahora la familia se ha adaptado poco a poco a nuestro país. Después de estar dos meses con una familia en Madrid y otros dos en Castilla y León, los tres han recaído en el centro de Leganés, San Josafat con el apoyo de Cáritas y el padre Andriy Stefanyshyn, responsable de la capellanía ucraniana en la Parroquia de Santa Teresa de Jesús en Getafe donde a día de hoy continúan recogiendo alimentación y material de primeros auxilios para Ucrania. En el último mes, la parroquia envío tres furgonetas llenas directas a Ucrania.

Padre Andriy Stefanyshyn y Ekaterina Ivasco durante la entrevista. Foto: Lito Lizana

«La prioridad ahora mismo es enviar ayuda humanitaria ya que los refugiados que se quedan en Ucrania tienen que comer y mucha gente que tenía trabajo ya no tiene y se queda con niños sin trabajo y sin dinero, ¿qué va a hacer? Pedir ayuda a Cáritas, Iglesia o centros voluntarios. Es nuestra prioridad ahora»

Andriy Stefanyshyn
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El padre Andriy nos explica que «este centro es una plataforma para dar los primeros pasos en otro país» y es que el choque cultural entre Ucrania y España es «muy difícil», sobre todo con el idioma. Por ello, Andriy está en constante contacto no solo con Ekaterina sino con muchos refugiados que se encuentran en el sur de la Comunidad de Madrid.

Para los niños es más fácil que para nosotros porque van al colegio, tienen amigos y hablan mejor el idioma, aunque para Sofiia es más difícil porque es muy pequeña y habla muy poco.

Ekaterina Ivasco

No obstante, matiza que «después de verano muchos fueron a Ucrania porque vieron que podían: la casa estaba bien, los rusos están lejos y podían volver. Porque siempre estás mejor en casa». Esto ha hecho que Ekaterina y sus hijos sean la única familia que lo habita. «Yo trabajaba en el Ayuntamiento pero ahora está cerrado y no tengo trabajo en Ucrania», explica, «cuando la guerra termine tendremos todo, pero ahora necesitamos esperar«.

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