Joven comunicador de Leganés, Mario de las Sagras ha creado un proyecto único de poesía y música con el que está llenando salas y teatros. El último, en su propia ciudad. El Rigoberta Menchu acogerá este 23 de noviembre su primer recital en Leganés y lo hará tras colgar el cartel de ‘todo vendido’ en solo tres días.
Poeta, periodista… Eres un comunicador nato
Contador de historias es lo que más me define, donde más cómodo me siento. Poeta me aburre como definición y periodista no me encaja, si yo pudiese haría reportaje social contando la vida detrás de personajes anónimos; es donde más cómodo me siento y para lo que valgo dentro del periodismo.
Al final, es ver detrás de la gente, de lo que le ocurre
Por el defecto de fábrica que tengo de ser más sensible y ver el mundo a mi manera, me interesa la historia humana y el porqué de las cosas, porqué la gente actúa de determinada forma… Si volviese al periodismo me gustaría contar la historia detrás de la gente. Porque ahora estoy en una agencia de comunicación haciendo creatividad. Mi cabeza va muy rápido todo el día y necesito un sitio donde mi creatividad pueda salir y en este lado, desde organizar eventos a crear guiones, estoy como un niño pequeño jugando. Cada día es una aventura distinta y me siento muy cómodo en los retos.
En este marco de tener que dar rienda suelta a la creatividad, apareció en tu cabeza la idea de aunar poesía y música sobre el escenario, ¿cómo surgió?
Cuando empecé a recitar con 18 años, odiaba los recitales de poesía al uso porque me parecían aburridísimos. Te tiene que gustar demasiado la poesía y no apreciar lo que es un show. Desde un primer momento, como soy un rockero frustrado, tenía claro que quería acabar con una banda. Empecé con una guitarra, pasé a guitarra y cajón y ahora ya he conseguido poder mantener económicamente una banda sobre el escenario.
Es la forma de no aburrirme en el show. Monto el espectáculo que me gustaría ver como espectador. Intento que no se llame concierto porque lo especial es que es un recital de poesía… pero todo es un show, pasas por distintos estados anímicos, más rockero, más balada… y tengo la suerte de que lo puedo montar con cuatro amigos, que es el culmen, y que la gente esté comprando entradas para verlo.
Acompañáis cada poema con la melodía más acorde a él.
Entendí que la poesía va a morir conmigo, que yo escribo para traducirme a mi mismo, que no es una época sino mi medicina. Me di cuenta de que el único poder que tengo es que la peña se cure a través de lo que escribo.
Mario EME
Claro. Funcionamos como quien compone una canción. Y en un mismo show pasamos por un montón de sitios porque considero que hay que romperlo. Al final si voy a dar dos horas, no puedo ser solo rockero o acústico. Está planeado para que la gente no se aburra.
Yo entiendo que cuando alguien te invita a un recital de poesía se el último plan que te apetece un sábado por la tarde, pero nadie de quien viene a vernos a nosotros se arrepiente de haber venido. Te puede gustar más o menos cómo escribo, más o menos la temática, pero es una experiencia que te mola verlo.
Se demuestra con el boom de entradas vendidas en tres días en el Rigoberta.
Sí. Parece que es falsa humildad pero no nos lo esperábamos. Sí que había en el ambiente la sensación de que se iba a llenar pero esperábamos que fuera gradualmente. En tres días vender 300 entradas para ver poesía no es algo que estuviera en la cabeza de nadie. Totalmente agradecidos porque además viene gente de todas las partes de España. Son cosas que nos empiezan a pasar y nos vuela la cabeza, nunca sé cómo agradecerlo porque es muy loco que lo hagan por mi. Yo lo he hecho por Leiva o Sabina pero cuando lo hacen por mi es como que te sientes en deuda con ellos.
Hay mucha gente que viene porque me ha visto en la silla de mi habitación, en blanco y negro, leyendo un poema. Mola mucho verles las caras porque no saben a lo que van. Cuando ven de nuevas salir a la banda y empezar a tocar, no se lo esperan y se les abre un mundo. Se esperaban a un tío a piano y voz como mucho, y el rollo banda no se lo terminan de esperar.
Se te ve la emoción en el brillo en los ojos… Llevabais mucho tiempo queriendo ya tocar en Leganés
Aceptar ciertas derrotas es la forma de seguir creciendo porque la madurez es una absoluta estafa, y se basa en eso, aceptar derrotas.
Tenemos unas ganas locas del 23. Hay una sensación… el otro día probando luces cuando me puse delante de las 300 butacas empezó a removerse todo de la emoción. Es algo muy loco hacerlo finalmente en Leganés. Hemos hecho salas muy guays en toda España y en Madrid como Siroco o Galileo. Son salas que tienes que hacer sí o sí, sobre todo porque en Siroco por ejemplo nadie había hecho poesía hasta que yo llegué. Pero había una deuda pendiente. Hemos hecho benéficos pero nunca el show que nosotros hacemos, y va a ser muy espectacular porque va a haber cosas muy especiales y nuevas.
Lo habéis llenado y se quedó mucha gente fuera
Eso es. La idea es hacer un segundo show que se anunciará más adelante pero será benéfico para la gente afectada por la DANA en Valencia. Los beneficios irían a librerías, tiendas de música y centros ocupacionales. Además, habría una fila 0 para aquellos que no puedan ir pero quieran donar. Si se llena podríamos enviar cerca de 3.000 euros.
Además de los shows, también editas tus poemas, el último libro lo publicaste en 2023 con el título ‘Lo inevitable’, ¿qué nos puedes decir de él?
Estoy muy contento con él. En primicia te diré que se va a comenzar la segunda edición porque se ha agotado en todas partes. Es la primera vez que no me avergüenzo de ningún poema del libro, me parece el mayor éxito de este libro. Es un libro muy completo que habla de muchas cosas sobre lo que yo soy: amor, desamor, política, soledad, reflexión… Realmente es el primer libro del que no me da vergüenza decir que soy escritor, con él empecé a ganarme más respeto a mi mismo.
Al final tampoco soy buen escritor, soy buen recitador. Escribo para que me escuchen, no para que me lean y es algo que se nota mucho cuando lees el libro. Escribo para leértelo, no para que tú me leas y les tengo mucho respeto a los libros.
Fue curioso porque era un libro que estaba preparado para autopublicarse pero se hizo viral un vídeo mío en TikTok y me escribió una agente literaria. Me dijo que podría fichar por Planeta o Pengüin sin problemas, y aunque no me lo creí, en 7 días tenía ofertas de las dos editoriales. Finalmente fiché por Pengüin.
O empezamos a hablar del suicidio juvenil, que la gente [que está en el pozo] entienda que no está sola y no es un bicho raro, o vamos a tener un enorme problema.
Es tu primer libro sobre el amor romántico…
Yo he escupido mucho sobre el amor y me ha caído al final. Por chulo [risas]. Además el epílogo lo ha hecho mi ex pareja porque es una deuda que tenía. Los autores son muy dados a decir ‘pobrecitos, qué mal lo han pasado’ pero ojalá darles un micrófono a sus ex parejas a ver qué paso de verdad. Yo lo quise hacer y me parece un guiño guay.
¿Cómo se lo pediste?
Está grabado. Un día fui a verla con un amigo y le dije que si sacaba un libro sobre nuestra historia, ella tenía que poner el cierre para contar su parte de la historia. Nunca le ha gustado mucho el foco y sé que era un compromiso para ella pero aceptó. Me parecía de justicia poética porque nuestra relación se acabó no porque nos dejáramos de querer sino porque la vida nos llevó a cada uno por nuestro camino que teníamos que luchar y se fue haciendo inevitable la separación. Me enseñó que hay veces que con querer no basta y fue una separación muy madura. Aceptar ciertas derrotas es la forma de seguir creciendo porque la madurez es una absoluta estafa, y se basa en eso, aceptar derrotas.
Ella era un privilegio, una chica ejemplar, y yo un absoluto imbécil que tuvo la suerte de cruzarse un cachito de su vida con ella. Me enseñó lo que es el amor maduro, de pareja, de elección. Habré hecho cosas muy mal con ella pero siempre va a ser una persona muy especial y quería que ella pudiese acabar su parte de la historia. Lo que nos ocurrió, que cuento en los poemas, es una historia increíble que creo que pasa solo una vez en la vida. Y el primer día que me envió la prueba en PDF para enviar a la editorial me harté a llorar porque me pareció muy bonito.
A día de hoy no he vuelto a estar así con nadie ni crear poemas de amor como los que escribí para ella. Ojalá me vuelva a pasar pero hay poemas en ‘Lo inevitable’ que no sé si podré volver a hacer.
En una entrevista reciente has comentado ese choque en tu cabeza entre la faceta personal y profesional, que cuando el proyecto ‘Eme’ «petó», tú también «petaste». No eres al primero ni al último que le ha pasado, ¿por qué crees que cada vez ocurre más y se visibiliza más?
Creo que se ve más porque la salud mental está mucho más visibilizada y se está luchando mucho porque la gente se pueda mostrar cada vez más vulnerable, sobre todo los hombres que se puedan despojar de todo eso de ‘los hombres no lloran’ y la historia machista que nos ha contado.
llevamos años comiéndonos un cuento de hadas en redes sociales que no tiene nada que ver con la realidad. Al final eso se ha cargado a mucha gente porque cuando ves que tú no encajas, el pozo en el que vas cayendo es enorme.
Y en mi caso me chirrió mucho la primera vez que me pidieron una foto porque a mi me gusta ser una sombra, no llamar nunca la atención. Cuando empecé a ser un poco más famoso, me subieron mucho los seguidores y la gente me reconocía por mi trabajo, pero me levantaba por la mañana y no me soportaba a mi mismo, me daba pereza todo y no tenía ganas de nada… se estaba quebrando mi cabeza. ‘Eme’ estaba siendo increíble pero llegaba a casa y me miraba al espejo y no me gustaba nada, ni por dentro ni por fuera. Era muy raro.
Xure fue el primero que dio el paso y me vino un verano a mi casa y me dijo ‘no sé en quién te estás convirtiendo pero esto va mal. Si ‘Eme’ va a triunfar pero en el camino perdemos a Mario, me bajo’. Fue el que me hizo cambiar, darme cuenta de lo que estaba pasando. Empecé a ir a terapia, a ir al gimnasio, no salir tanto, cuidarme más y empezar a trabajar en mi. A día de hoy me caigo súper bien, me veo un tío de puta madre pero tuve un año muy jodido.
¿Qué aprendiste de esta etapa?
Después de eso tuve cuatro bolos que los usé de redención. Solo a piano y voz con poemas que serán la base para un futuro libro. Contaba en ellos cómo me había sentido, cómo me había destrozado a mi mismo y estaba viendo la luz al final del túnel. Poner todo eso al servicio del público y ver que mucha gente estaba necesitada de que alguien lo dijese, fue una cura muy importante para mi también. Ahí entendí que la poesía va a morir conmigo, que yo escribo para traducirme a mi mismo, que no es una época sino mi medicina. Me di cuenta de que el único poder que tengo es que la gente se cure a través de lo que escribo.
Escuchar a alguien por el mismo trance que tú es muy terapéutico, como las canciones…
Sí. Además somos una generación que ahora está empezando a romper con ello pero llevamos años comiéndonos un cuento de hadas en redes sociales que no tiene nada que ver con la realidad. Al final eso se ha cargado a mucha gente porque cuando ves que tú no encajas, el pozo en el que vas cayendo es enorme.
Yo agradezco mucho a la gente que está dando visibilidad a la vida normal, porque ni la de los influencers que vemos es perfecta, que son la mayoría unos estúpidos. Yo agradecería una vida un poco más triste sin ser un estúpido. Hay gente que debería hacer un examen para abrir una cuenta de TikTok.
Tú tienes mucha repercusión en redes sociales, ¿cómo lo gestionas? ¿tienes mucho ‘hate’?
Hay hate porque también hay puretas en TikTok que no entienden que hay poesía más allá de Lorca y Becquer, y que lo que yo hago es intentar que los clásicos también lleguen a los chavales pero a través de otro camino. En mi caso el hate me ha dado igual porque me da igual el aplauso y la crítica, siempre he ido muy a mi bola, nunca he sabido reaccionar a las cosas buenas pero las malas me hacen gracia. No hay nada más jodido en esta vida que darle un micrófono a un idiota y España es muy propensa a hacerlo. Eso sí, cada vez me dan más pereza.
Por último, tienes una gran faceta de comunicador con los jóvenes a través de charlas en los institutos, ¿qué es lo que haces?
Al principio la base era la misma de acercar la poesía a los jóvenes pero luego me di cuenta del poder que tengo en las charlas y lo que se abren los chavales conmigo así que fui mutándolas a un taller de escritura que se vuelve muy terapéutico.
En el último que estoy haciendo hay dos preguntas muy fáciles pero que abren mucho y es cuatro cosas que te dan miedo y cuatro cosas que te hacen feliz, pero no podían poner una araña. De ahí han salido historias muy profundas. Ahí el taller muta, la clase se abre en canal y estás con chavales que se sinceran por completo. La primera parte es acercarles a la poesía y la segunda es ayudarles a que utilicen la escritura como arma terapéutica, y que cojan las notas del móvil para desahogarse y hablar de sus problemas, que se quitan muchas mochilas.
Con esto también estoy haciendo charlas de prevención del suicidio juvenil porque es la primera causa de muerte no natural en España, y hay que concienciar a los chavales de que empiecen a hablar cuando les pasen este tipo de cosas, y enseñar a los entornos a responder acorde. Es más fácil con alguien de 26 años que te diga que ha estado en ese túnel y a lo mejor de los 50 chavales hay 2 a los que has salvado o les ha hecho algo click, dejas la semilla en ellos e incluso también a los amigos que antes se reían, se acerquen a preguntar ahora ‘¿estás bien?’.
Es enorme lo que haces y es triste que tenga que hacerse a través de talleres de poesía…
Me encantaría que fueran otros lo que lo hicieran pero que no tengamos un plan de prevención del suicidio estatal es para reírse… Algún centro privado está empezando a tener uno o dos psicólogos pero los públicos no pueden permitírselo. Yo a veces hincho la factura de los privados para poder pagar el viaje para acudir a un público que no me puede pagar, porque necesito ir al público donde suelen necesitar más de este tipo de charlas. Imagínate para pedir un psicólogo por centro. Es una pena porque creo que no somos conscientes de lo que viene con nuestra generación y cada vez va a ir a más. O empezamos a hablar de esto, que la gente entienda que no está sola y no es un bicho raro, o vamos a tener un enorme problema.
