El sector de la construcción ha reaparecido con fuerza en el debate sobre la vivienda. En el II Congreso de Construcción Industrializada y Sostenibilidad, organizado por el Colegio de Aparejadores de Madrid, las principales constructoras y empresas del sector defendieron que la clave no está en intervenir los precios ni regular el mercado, sino en industrializar la construcción para abaratar costes y acelerar los plazos.
Según sus cifras, fabricar viviendas en fábricas en lugar de levantarlas pieza a pieza en obra reduce hasta un 75% las horas de trabajo y —este punto sí relevante— mejora notablemente la seguridad laboral en un sector con alta siniestralidad y envejecimiento.
“Industrializar no es una opción de futuro, sino una necesidad presente”, afirmaron los ponentes, alertando de que el 30% de la mano de obra actual se jubilará en los próximos años y apenas entra un 5% de jóvenes.
Industrializar puede acabar reduciendo la precariedad. El problema es quién se quedará con el ahorro
El mensaje que el sector lanza es claro: construir en fábrica es más rápido, más seguro y más barato. Y eso, objetivamente, podría ser una oportunidad para mejorar las condiciones laborales en un sector históricamente precarizado. Pero aquí llega la gran grieta que nadie en el Congreso quiso responder:
“¿Qué garantía existe de que ese ahorro de costes se traduzca en vivienda asequible, y no en más beneficios para las promotoras?”
Porque aunque se hable de “eficiencia”, el mercado inmobiliario español ha demostrado que no funciona en base a costes reales, sino a lo que el comprador puede estirar hasta el límite… gracias a bancos, hipotecas y fondos de inversión.
Acelerar la construcción no es lo mismo que democratizarla
El sector constructor lanza un mensaje: “Somos parte de la solución, no del problema. La política entorpece, la técnica resuelve.”
Sin embargo, hay una evidencia que no se tocó en profundidad: la precariedad laboral y la especulación del suelo son los dos motores reales de la crisis de vivienda —y ninguna de ellas se soluciona fabricando más rápido.
Industrializar puede ser útil. Pero sin control público ni regulación del precio del suelo, solo servirá para engordar márgenes empresariales, no para garantizar alquileres a 600 € o hipotecas accesibles.
La pregunta incómoda
¿Se va a usar la industrialización para mejorar los salarios del sector y abaratar la vivienda? ¿O para mantener sueldos bajos, producir más rápido… y vender igual de caro?
Hasta que el sector no responda a eso con compromiso —no con promesas técnicas—, la industrialización será una herramienta con potencial, sí. Pero no una solución en sí misma.





