Cocinero, fotógrafo, modelo y DJ. Entrevistamos a Jimmy Brody, ejemplo de superación. «Me siento de Leganés y con gran honor porque me ha acogido bastante bien».
Con una cazadora blanca, Jimmy destaca sobre el paisaje oscuro de un lunes lluvioso en la CEMU. Saliendo de la Catedral del Niño, nos recibe en unos de los portales frente a la plaza de juegos de este centro que le ha salvado la vida: «yo siempre digo que nací en la CEMU», nos confiesa orgulloso.
Siempre con una sonrisa en los ojos -pues la mascarilla nos impide ver sus labios-, nos enseña parte del centro en el que aún trabaja. Amable, humilde y muy cercano, Jimmy Brody se caracteriza por su carácter afable y saber escuchar. Todo aquel que le conoce sabe a lo que me refiero. Hoy nos toca escucharle a él.
Es muy difícil definir a este leganense nacido en 1969 en Palma de Mallorca, cuya truculenta infancia ha marcado toda su vida. «Tenía muchos hermanastros de distinto padre y mi madre pasaba todo el día trabajando. Yo estudiaba en un colegio de monjas y, después, estaba en la calle. Era un barrio muy conflictivo [el desaparecido ‘barrio chino’] con prostitución, drogas, delincuencia… Al final empiezas a hacer cosas que hacen los mayores. Con 7 años ya había dormido en comisaría», comienza a narrarnos este cocinero.
«En Mallorca no sabía si iba a comer al día siguiente»
Después de haber pasado varias noches en comisaría comenzó a ser destinado a Centros Cerrados de Palma de Mallorca dependientes del Tribunal Tutelar de Menores, en los que estaba interno de lunes a viernes. «Cuando salía los fines de semana seguía en la rueda». «Cuando acababa en Comisaría los policías me pegaban y me decían ‘te pegamos para que no vuelvas más’. Yo lo encajé bastante bien y vi que lo decían en serio. Por eso no les guardo ningún tipo de rencor«.
Con 9 años, intentó evitar la calle ayudando a Ángel, un amigo de su madre, en un restaurante de comida rápida que regentaba. Pero no funcionó. A los 11 llegó uno de los grandes nombres de la vida de Jimmy: Tomás Merín Cañada. Un juez que, tras escuchar los buenos informes del director de uno de los centros cerrados no dudó en buscarle una salida. «Uno de los directores le habló de mi diciendo que no debería estar allí, ‘es un artista’, le dijo«.
Merín Cañada conocía a Tío Alberto porque ya había acogido a varios menores en la misma situación. Cuando el director de la CEMU accedió, la madre de Jimmy tomó una dura decisión: «Mi madre le decía al juez, ‘Tomás llévatelo de aquí porque me lo van a matar'». Así llegó la mudanza pero no la distancia. «La CEMU me facilitó dos billetes de avión para ir a verla y la escribía cartas para saber de ella», recuerda Jimmy.
La figura de su madre ha sido fundamental en su vida y la describe como «una mujer adelantada a su tiempo». «El día que falleció estuve allí, la cogí la mano y me despedí con un ‘la semana que viene vengo’, ella me miró y negó con la cabeza sabiendo que no era verdad». Durante su vida, su madre ya le advertía de un posible racismo. «Me parece injusto ser sospechoso siempre. No es queja. Asumo que la situación está así, pero hay que dar un mensaje de que todos somos iguales».
«La CEMU fue mi salvación»
Cuando llegó, a la CiudadEscuela de los Muchachos, Jimmy quedó sorprendido: «vi un cariño enorme, un apoyo y una paciencia descomunal que no había vivido hasta entonces, excepto con mi madre», nos cuenta entre risas, «vi enseguida que es una forma de educación en libertad que nos ha marcado muchísimo». «Creo que a los 3 días ya sabía que sino me iba a quedar aquí de por vida, por lo menos me quedaría mucho tiempo».
Allí conoció a sus hermanos mayores como Pepe Pasamar o Ana Madrid y sus compañeros, a quienes más tarde consideraría sus hermanos. Niños y niñas con situaciones incluso más dramáticas que las que él había vivido: «Éramos conscientes de que estábamos ante un momento muy importante de nuestras vidas«. Y es que esta situación ha marcado su vida y su forma de ser.
Tío Alberto, la figura fundamental
Como no podía ser de otra forma, la figura de Tío Alberto ha hecho mucha mella en la vida de Jimmy. «Ha sido el padre que no he tenido«, explicaba emocionado. Una figura que le ayudó a superar y perdonar a su padre cuando conoció su circunstancia.
«Mi padre era teniente de aviación y murió en Vietnam. Era uno de los marines que atracaba en Mallorca con un permiso de 15 días antes de ir al Golfo Pérsico. Mi madre trabajaba en un bar, se conocieron una noche y 9 meses después nací yo pero él no se quiso hacerse cargo. Cuando tuve uso de razón mi madre me lo contó y tuve la suerte de dejarlo a estar. Si no hubiese conocido a Tío Alberto, hubiese tenido inquietud sobre mi padre».
Cocinero, modelo, DJ y fotógrafo
El esquema de la CEMU, como una ‘miniciudad’ ayudó a Jimmy a desarrollarse tanto social como laboralmente. «Al ser una miniciudad hay muchas delegaciones y he podido estar en lavandería, aduana, la radio, mantenimiento… A fin de cuentas era un poco ‘jugar a ser'». Y de tanto jugar, encontró la profesión en la que más cómodo se sentía: cocinero. «Mi madre, el tiempo que estaba con ella, cocinaba escuchando flamenco de fondo y estaba muy contenta. Había algo que la llenaba».
Precisamente la cocina ha sido la excusa con la que se ha mantenido ligado al centro como Responsable de cocina. Aunque también hace las veces de fotógrafo, relaciones públicas y es el responsable del albergue juvenil. «Si hay que pintar, se pinta; si hay que ir un fin de semana, se va. No tendré vida suficiente para agradecer a la CEMU lo que hizo por mi. De poder haberlo pasado muy mal, lo pasé fenomenal».
También desde la infancia le llegó la pasión por la fotografía de la mano de Tío Alberto y Luis Talabanc, aficionado a la fotografía y profesor de la CEMU. Un mundo que ya había abordado como DJ en algunos bares. Con una pequeña cámara fotografiaba a los clientes de las discotecas para entregarles las instantáneas.
«Empecé a conocer a la gente del Colectivo de Fotógrafos de Leganés porque yo ya era modelo artístico desde 1991», recuerda Jimmy, quien sigue ejerciendo de modelo, lo que le ha permitido anécdotas curiosas como ir de gira con un coro góspel. Así empezó a ahorrar para un equipo fotográfico que después le haría famoso entre la afición del CD Leganés con la sección ‘La grada de Jimmy’ en la que subía a la web del club las fotos de los aficionados.
Colaborando con los Reyes Magos
Pero si algo ha hecho que su rostro sea reconocido por la gran mayoría de Leganés es que durante la última década ha participado en la cabalgata de Reyes. «Estuve muchos años participando en la cabalgata de Vereda, que es muy curiosa porque vas con carros y tienes que tirar los caramelos al suelo, es la tradición», explica entre risas. «Hace algo más de cinco años me llamaron para la cabalgata grande y es todo un honor».
Una faceta que para Jimmy es muy importante por la ilusión que le llena durante toda la jornada por lo que espera poder colaborar en la cabalgata por mucho tiempo más. Así, por ejemplo, recuerda a Alexia, hija de unos amigos a quien coge en brazos esa noche desde que tenía 2 añitos, ahora tiene 8.
«Recuerdo también a Rafa y Dani Serrano, DJ de Leganés, ellos estuvieron también en la CEMU. Su padre acababa de fallecer y el día de la cabalgata, cuando los vi, paramos la carroza un momento, me levanté, me llevé la mano al corazón y les lancé un beso porque quería que ese momento fuese especial».
Con gestos como este, Jimmy espera devolver a Leganés lo que le ha dado: «Me siento de Leganés y con gran honor porque me ha acogido bastante bien», asegura emocionado, recordando que en 1987 la CEMU le entregó la medalla de plata que le compromete de por vida con el centro. «Como dice Tío Alberto, el ambiente educa, y haber educado en este ambiente marcó mi vida», una vida que ha volcado a lo demás para agradecer todo lo recibido.