Leganés ha vivido una celebración de Las Mayas muy diferente: clasificadas como Bien de Interés Cultural y fuera de su calendario habitual. El Ayuntamiento de Leganés le ha querido dar un peso especial a este día que congrega a todas las casas regionales de la ciudad. Y lo ha conseguido. Con una gran expectación, la fiesta ha llenado la Plaza Mayor.
En lugar del fin de semana del 2 de mayo, la celebración se ha trasladado al día 10, para no coincidir con el resto de eventos similares en la Comunidad de Madrid. Una decisión con la que se esperaba que la plaza se llenara de público, previsiones que se han cumplido a la perfección. Pero esta no ha sido la única novedad. El evento ha dado un mayor protagonismo a los bailes regionales, trasladándolos a un escenario montado expresamente a los pies del edificio del Ayuntamiento.
Desde primera hora de la tarde las casas regionales han estado preparando sus respectivos tronos de flores con decoración propia de cada comunidad autónoma. Tocados al detalle para hacer resaltar a sus reinas de la primavera. La joven se viste para la ocasión con mantones bordados y las ropas regionales, y allí permanece hierática, se acompaña por una corte de niñas.
Una fiesta con raíces históricas
La fiesta de Las Mayas ha sido declarada Bien de Interés Cultural por sus largas raíces en la historia. Las primeras referencias que se tienen datan de la época de Alfonso X El Sabio (1221– 1284) y aluden a los cantos propios del mes de mayo. Durante el siglo XVI se investigaron los orígenes de esta fiesta que podría tener procedencia de romana, en honor a la diosa Flora, protectora de las flores, los jardines y la primavera; o Perséfone, diosa griega de la agricultura y la vegetación, y responsable de las estaciones.
En los siglos XVI y XVII las Mayas eran ya unas fiestas muy extendidas por todo el territorio, y fueron de especial interés por parte de poetas y dramaturgos. Lope de Vega, Tirso de Molina y Calderón de la Barca, los mencionan en algunos de sus poemas. Y aunque a finales del siglo XVII se prohibieron, volvieron a resurgir en el siglo XX. Actualmente Colmenar Viejo, El Molar y Lavapiés los conmemoran.