Esta vecina de Leganés, María de la Vega, fue la encargada de coger el teléfono a las decenas de familias vulnerables que acudían a la Red de Ayuda Mutua durante la pandemia. Ahora ha aprovechado sus vivencias para plasmarlas en un libro.
Acabas de presentar el poemario ‘La calle, si naufragas’ en el que cuentas lo que ha ocurrido durante los primeros meses de pandemia.
Este libro recoge un poco lo que nos fueron contando durante la intervención de la Red de Ayuda Mutua desde marzo hasta diciembre que estuvimos atendiendo. Yo estaba en el teléfono y la gente llamaba para pedir ayuda y contarte tu situación.
¿Cómo llegaste a la Red de Ayuda Mutua?
Yo llegué porque colabora con el Proyecto del Defensor del Menor que es montado por varias asociaciones de vecinos y AMPAS de Leganés.
Estabas familiarizada con ayudar a colectivos vulnerables…
Sí pero ver ese nivel de vulnerabilidad fue nuevo para mi. Era nuevo la inmensa cantidad de familias, que no habían estado nunca en esta situación, que se vieron afectadas de golpe. Y fue nuevo que no tuvieran a donde ir porque se cerró todo, el país estaba cerrado.
Nunca antes había escuchado cuando la gente contaba sus miedos, su ansiedad. Esa parte de escucha nunca la había tenido. Había conocido situaciones pero no esta actividad intensa y sostenida.
¿Cómo fue, emocionalmente, todas esas semanas?
Fueron cuatro meses a 6 u 8 horas diarias de llamadas. Durante todos esos meses mi experiencia como trabajadora social me permitió aguantar bien. Hay una cosa en mi profesión que es aprender a escuchar y empatizar con el resto pero no tanto para que te vengas abajo con el otro y poder ayudar por eso la única que atendía el teléfono era yo, porque era la única capaz de aguantar.
Fue cuando se acabó todo, dos meses después, cuando ya recapitulé todo lo que había pasado y me vine abajo. Santiago Gómez Valverde me decía que cuando él trabajaba en el psiquiátrico le pasó igual. Él estuvo de enfermero mucho tiempo pero cuando terminó le empezó a llegar todo y le dio el bajón.
Cuando eres consciente de lo que has vivido…
Creo que es cuando bajas las defensas porque ya no tienes que defenderte para poder defender a los demás. Ya no estás en esa dinámica de no dejarte arrastrar para ayudar. Estás relajado y viene todo.
¿Qué fue lo que te vino?
Empezaron a venirme las emociones de la gente, cosas en las que no te puedes detener cuando estás atendiendo: la madre que tiene que echar agua a la leche del bebé para que dure más… Empezaron a venirme las historias, las emociones que no me había permitido, la ansiedad, la impotencia, el miedo, el frío. Todo eso empezó a llegar.
Yo soy muy peleona, no soy dada a deprimirme y pensé que esto tenía que plasmarlo para que lo escuchase la gente. Mi reacción fue esa y así nació este poemario, ‘La calle, si naufragas’: es una mezcla de recortes de periódico donde se iban contando las cosas y poemas.
¿Fue un constante goteo de llamadas o con el paso del tiempo aumentaron las peticiones?
Hubo una primera oleada enorme que después bajó a los meses cuando empezaron a recibir el ERTE o alguna ayuda, y allí empezó a llegar la gente que había aguantado hasta entonces. Cada semana entraban como 10 o 12 familias nuevas a plantear sus necesidades. Algunos aguantaban un tiempo y volvían a aparecer meses después. La inmensa mayoría pedían perdón.
¿Tu trabajo te ayudó también a acompañar a quien necesitaba para que no tuvieran tanta vergüenza para presentar su caso?
Les decía a la gente que somos vecinos que estamos ayudándonos con lo que la solidaridad vecinal nos ayudaba. Cuando entraban primero se disculpaban, pedían perdón, y cuando les decías que igual mañana él me ayudaba a mi, se relajaban, te explicaban… Era muy complicado gestionarlo.
Cuando decidisteis finalizar estas ayudas después de 8 meses, ¿cómo fue la respuesta de la gente?
La mayoría nos dio las gracias por todo el esfuerzo que habíamos hecho. Nosotros hicimos una cosa que fue derivar a muchas de las familias que nos llegaron, que pedían ayuda por primera vez, a Servicios Sociales para que pudieran atenderles porque ya habían pasado ocho meses y ya se podían organizar los servicios públicos. La gente lo comprendió y nos agradeció mucho lo que habíamos hecho hasta ese momento. Mucho calor humano.
El que se necesitaba en esos momentos. Gracias a ti por aportarlo, por ayudar y por esta entrevista.
A ti.
Ahora, todas las vivencias se encuentran en forma de poemas y recortes de periódico, en un libro con una narrativa especial y diferente que se aleja de toda la producción bibliográfica anterior de María; esta vecina de Leganés que ha hecho de sus vivencias un bonito relato que formará parte de la historia reciente que puedes encontrar en las librerías.