De Leganés a Polonia: 8.300km de solidaridad

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Andrés, vecino de Leganés, ha llegado tras su periplo por Europa: viajó a Polonia para llevar ayuda a Ucrania y traer refugiados a España.

La ola de solidaridad con Ucrania no cesa. Han pasado ya 39 días desde que Rusia invadió territorio ucraniano y las pérdidas se cuentan por miles. Según las agencias externas, se han certificado al menos 24 mil fallecidos y 1,8 mil edificios destruidos, lo que ha propiciado el éxodo de cerca de 10 millones de ucranianos. La mayoría de ellos acuden a la frontera de Polonia país que, debido a su cercanía y solidaridad, está absorbiendo la mayor parte de los refugiados. «Lo tienen muy bien organizado», asegura Andrés, transportista y vecino de Leganés que acaba de regresar de la frontera con Ucrania.

Hace solo unas semanas, Andrés propuso en su empresa hacer algo para ayudar, y aunque en un principio se propuso llevar un camión lleno de provisiones y que ayudara a la vuelta al éxodo de refugiados, el alto coste desechó la idea. «Había que encontrar a un voluntario que llevara el camión, el coste del tiempo y el combustible…», recuerda esta vecino que, lejos de echarse atrás decidió ir él mismo. «Me informé y di con la asociación ‘Juntos por la Vida’ que estaba organizando un convoy de vehículos con una empresa de organización de eventos. Estaban preparados: un médico, un traductor y dos conductores por vehículo«, nos explica. Un convoy al que dio el apoyo logístico y económico desde su empresa, Mudanzas Crespo.

convoy ucrania
Llegada del convoy a Ucrania organizado por LastLap. Foto: Cedida

A la ida, los vehículos iban cargados de víveres no perecederos, de ropa de abrigo, toallas, mantas, sacos de dormir, pañales o compresas. Cajas y cajas que se distribuían por las furgonetas, camiones e incluso el autobús que componía el convoy. «Anuncié en los grupos de Facebook que iba a ir y la gente se volcó. Recibimos como 7 toneladas de ayuda. Aún tenemos cajas que no pudimos llevar porque íbamos llenos, las estamos repartiendo entre los refugiados que están en España y lo necesitan».

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Así se dispuso para hacerse 7.000 kilómetros en carretera. El viaje de ida lo hicieron con el convoy en unos días los cuales recuerda con gran emoción por lo que significaba. Apenas destaca detalles de esta parte del viaje pero si algo le llamó la atención fue la cantidad de coches españoles que se cruzaron en la carretera: «si pasamos 10 convoyes, a lo mejor 4 eran españoles, entre ellos el autobús del RCD Español».

Y llegaron a la frontera

Pronto llegaron a Polonia, donde la cabeza del convoy les dirigió rápidamente hacia el centro comercial abandonado que está haciendo las veces de centro de operaciones en la frontera. Allí descargaron el material que llevaron, donde agentes del Ejército polaco lo organizaron en palés según el tipo de material, para lo que cada caja estaba rotulada en inglés, ucraniano y español. Tras ello pasaron la noche en un pueblo cercano para «llenar los coches» al día siguiente.

«Desde Madrid ya sabíamos a quiénes íbamos a recoger en la frontera» gracias a la asociación, explica Andrés quien sostiene que «si llego a ir solo estoy seguro de que no hubiera conseguido recoger a nadie». Algunos de los refugiados los cogieron en la frontera y otros en Varsovia. «Las despedidas con los maridos fue lo más duro», explica este vecino de Leganés quien recogió a una familia compuesta por un bebé, la madre y la abuela, quienes iba para Alicante. «Para evitar hacer muchos kilómetros innecesarios redistribuimos en un hotel de Alemania y me quedé sin personal, así que, después de preguntar al jefe de la expedición, decidí volver».

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Andrés junto a las refugiadas que ayudó a llegar a España. Foto: Cedida

Al día siguiente puso rumbo a Varsovia, ya sin conductor de apoyo. Allí, tras pasar la noche, encontró 6 refugiados que querían emprender rumbo a España gracias a Anna, una ucraniana que se encuentra en nuestro país y que cuenta con grandes contactos en ONGs. La primera mujer que recogió estaba agotada, llevaba 3 noches sin dormir huyendo de la guerra, «en cuanto entró en el coche se durmió todo el camino». Finalmente estaba a salvo. «El tercer día ya tenía otra cara, era una persona nueva».

Rumbo final a España

En Varsovia recogió a una familia: abuela, madre e hijo. «El hermano me pidió los papeles para saber con quién dejaba a su familia. Le di el DNI, le hizo foto al coche para que se quedase tranquilo», reconoce entre risas, consciente de la preocupación de los familiares ante el peligro de estos viajes en los que se han denunciado problemas de trata de blancas. Finalmente, unos kilómetros después, recogió a una mujer de 26 años. Con el coche lleno, emprendieron el viaje que les alejaría de las bombas.

Su primera pasajera se encontró con una amiga en el barrio de Arturo Soria, mientras que la familia se quedó en un apartamento que les cedió una mujer polaca en un piso de playa en Alicante, «tenían una tortilla preparada para cuando llegaron». Su última pasajera se encuentra con sus suegros en Muchamiel (Alicante), donde llevaban apenas unos meses. Y es que la mayoría de los refugiados que vienen a España ya cuentan con alojamiento y familia. «A día de hoy estoy en contacto con ellos y están todos bien, intento ayudarles en lo que puedo enviándoles las ayudas que salen y los contactos que les pueden ir bien».

«Es una experiencia muy dura, no tanto por los kilómetros sino por las historias de la gente que traes. Pero verles sonreír cuando llegan… eran otras personas por completo. Lo volvería a hacer encantado», asegura Andrés, aunque actualmente «hay más conductores que gente que quiera venir». Y es que está habiendo problemas para llenar los transportes hacia España puesto que la mayoría de ucranianos prefieren mantenerse cerca de su país para volver en cuanto acabe la guerra: «hay tantos conductores… para ir a otros países había esperas de un día y medio o una semana en la frontera, para ir a España había transporte enseguida». Un ejemplo de los grandes gestos que se están haciendo desde España para volcarse con la población ucraniana.

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