La Inteligencia Artificial está en el foco del debate. Mientras que muchos defienden su desarrollo y los avances positivos que se están realizando en muchos campos de la investigación, sobre todo en la ciencia, otros han dado la voz de alarma pidiendo incluso una moratoria en el desarrollo a través de una masiva carta. Esta división de opiniones, que se da en muchos ámbitos de la ciencia, ha despertado un debate en todos los ámbitos de la sociedad aunque son los expertos realmente los que saben qué es lo que está pasando.
Por eso, en LEGANÉS ACTIVO hemos preguntado a investigadores del IMDEA Network, ubicado en Leganés y miembro del clúster de Inteligencia Artificial de la Comunidad de Madrid, para conocer cuál es su opinión desde el epicentro del desarrollo de esta nueva tecnología.
«Me ha sorprendido mucho la carta«, nos confiesa Antonio Fernández, investigador de IMDEA Networks y responsable, entre otros, del proyecto Corona Surveys, «hay demasiado interés comercial en lanzar nuevos sistemas cada vez más potentes y no creo que los principales actores vayan a parar realmente«. Y es que entre estos actores se encuentra, por ejemplo, Elon Musk, uno de los firmantes de la carta.
«Además de los intereses comerciales hay una dinámica, una inercia, en los centros de generación de conocimiento en IA, que es muy difícil de detener«, asegura José Aguilar, investigador de IMDEA Networks en el campo Mediciones y análisis de red. En este caso, señala que en lugar de frenar la investigación, «lo que tiene más sentido es construir un ecosistema para el desarrollo de la IA centrada en el hombre», es decir, crear un ecosistema de aspectos éticos y buena praxis: «los aspectos éticos y de buena praxis deberían ser la guía de su desarrollo».
El foco en el uso y no en la tecnología
Tanto Antonio Fernández como José Aguilar son partidarios de poner el foco en el usuario y la forma de utilizar estas nuevas herramientas. «Lo que es relevante es cómo se usan», apunta Aguilar; «mientras se usen como una herramienta de apoyo y se sea consciente de las limitaciones, me parece perfecto», sostiene Fernández, quien reconoce que se apoya en ChatGPT para organizar la información en la redacción de texto. «Si hacemos un uso eficiente de ellas será mucho el provecho», añade Aguilar.
En esta línea, Aguilar destaca que la IA, al igual que las personas que los programan, tienen sesgos que generan particularidades en cada uno de los software «que si no se tienen claro al usarlos, pueden generar conclusiones muy erróneas en ciertos contextos«, como lo que ocurre con ChatGPT.
«Pensar que sus aplicaciones son infalibles es un gran error. Van a seguir apareciendo muchas aplicaciones, un uso inteligente de ellas es vital», sostiene Aguilar. Y es que ninguno de los dos apuesta por que esta tecnología sustituya al ser humano en tareas que no sean automáticas. Según apunta Fernández, la complejidad de los sistemas actualmente harían «casi imposible identificar la razón» de una decisión de la IA por lo que tampoco se podría cambiar si queremos modificar su comportamiento futuro. «Hay tener mucho cuidado antes de hacerlos responsables de sistemas críticos».
La gran meta de la IA
Fernández y Aguilar nos recuerdan que no es la primera vez que el ser humano vive un momento de disrupción por la aparición de una tecnología que lo cambia todo. Pasó en la revolución industrial o con la llegada de los ordenadores, sin embargo, la sociedad se adaptó incorporando esta tecnología a nuestro día a día hasta el punto en el que está preparada. En este caso, sostienen, ocurrirá lo mismo.
Uno de los ámbitos en los que más se ha adaptado, además de la revisión de textos, detectar patrones de datos, finanzas o logística, ha sido la medicina. Recientemente se ha lanzado un nuevo software basado en la IA que tiene la capacidad de completar de manera automática los informes radiológicos y es capaz de extraer conclusiones para guiar el diagnóstico del profesional. En esta línea, la UC3M ha lanzado un sistema de guías quirúrgicas personalizadas para cirugías de columna vertebral: «Estas guías facilitan la cirugía de precisión en función de las características de cada paciente».
Pero aún queda mucho camino por hacer. Aguilar sostiene que «hay muchos ámbitos de nuestra sociedad donde aún la IA no ha llegado» puesto que «todos los procesos que sean automatizables, donde el tiempo se puede optimizar» son susceptibles de una «posible aplicación de la IA». Todo ello con una meta clara: «Hacer converger el razonamiento, aprendizaje, entre otras cosas, que naturalmente lo hacemos los humanos, es un gran reto para la IA. El conseguir aplicaciones basadas en esa convergencia, es una reto para nuestras sociedades».
