Se ha cumplido un año desde que Miguel Ángel Recuenco (Partido Popular) tomara el bastón de mando de la alcaldía de Leganés. Un año en el que no ha parado de repetir en actos públicos la frase que dijo en la toma de posesión a todos sus concejales: «Os vais a hinchar a currar». Pero, ¿es eso cierto? ¿está tan ajetreado como dice? Lo hemos querido comprobar siguiendo sus pasos durante un día.
Son las 8 y media de la mañana y el equipo del alcalde nos cita en el Ayuntamiento de Leganés. Solo quedan unos minutos para que llegue a su despacho. Directo, y lleno de energía, enciende el ordenador y comienza a revisar los e-mails. Pero este no ha sido el inicio de su día.
Dos horas antes un Miguel Ángel mucho más informal salía a correr al parque cercano a su casa. «Es lo que me da energía, y si no lo hago por la mañana, el día se me complica y no lo hago», confiesa enfocado ya en el trabajo. Al segundo siguiente coge el teléfono para empezar a confirmar las prioridades: qué tiene que firmar, qué documentos están listos y cuáles aún están pendientes.
No han dado las 9 de la mañana cuando tiene su primera reunión. Es el concejal de Servicios Sociales, Jesús Rodríguez (PP), a quien recibe con el teléfono en la oreja con una nueva llamada de teléfono. Todos a su alrededor coinciden: es incansable y su capacidad de concentración, incluso en varias cosas a la vez, asombra.
Una agenda disparatada
Aunque su día arranca a las 6 de la mañana, entre semana suele terminar a las 7 de la tarde. Hoy es viernes y le seguimos hasta pasadas las 11 de la noche. Son las fiestas de los barrios y el alcalde «tiene que estar». Esto le espera todo el fin de semana. «Dudaba que pudiera seguir con este ritmo más de una semana y llevamos un año», confiesa uno de sus compañeros.
Una agenda llena que se va configurando a lo largo del día. Incluso hasta esa misma tarde, su equipo y él no cierran los actos a los que acudirá el fin de semana. Y es que no dejan de añadirse y moverse los compromisos, algunos de ellos improvisados, como el acto de entrega de unos premios en el fin de curso del IES Siglo XXI. Sin estar previsto, dio unas palabras al alumnado invitándoles a luchar por sus objetivos con ilusión y compromiso.
Tras ello, le acompañamos de nuevo al despacho en coche, donde no deja el teléfono, aunque antes debe pasar por casa. Durante toda su jornada, apenas pasa unos minutos para cambiarse de pantalón cuando se lo ha manchado. «Tardo diez minutos, es la ventaja de ser un alcalde de aquí, que mi casa está cerca», bromea en el coche. Un refugio, su casa, que es sagrada para él y los suyos.
Su nueva parada exigía el cambio de ropa: una reunión en el despacho y, seguidamente, un almuerzo con el comisario y el rector de la Universidad Carlos III. «Lo que más me gusta de ser alcalde es la variedad. Puedes pasar de hablar de deportes a cultura o a ciencia», nos confiesa con una sonrisa mientras le acompañamos a su coche. Una reunión «muy productiva» que ha terminado con un nuevo compromiso para dentro de dos semanas.
Momentos de desconexión
Para Miguel Ángel también es necesario buscar huecos para estar con los suyos. Siempre que puede, acompaña a sus hijas a sus clases tras todos los compromisos, e intenta desayunar todas las mañanas con su padre. Lo hace en el bar de siempre, donde el camarero disfruta haciendo sonreír a todos sus clientes.
Allí pasa desapercibido, tomándose un café con su equipo hasta que el dueño del local, sabiendo que vamos con él, pide hacerse una foto. «¡Yo quiero una foto con el alcalde! No se puede decir todos los días que has estado con el alcalde«, decía una de las clientas del bar. Con una sonrisa en la cara, Recuenco no duda en hacerse las fotografías que le piden. Ha terminado su rato de descanso, vuelve a ponerse la chaqueta y regresa al despacho.
De reuniones jurídicas a musicales
Llega la tarde y por su despacho pasan concejales de su gobierno, promotores de cultura, e incluso un medio de comunicación para realizarle una entrevista sobre la situación de los bomberos en huelga de hambre sobre lo que también hablaba minutos antes con la responsable jurídica del Ayuntamiento. La diversidad de temas que disfruta.
Pero si hubo un momento en el que se rompía con la monotonía, ese fue la tarde. Es viernes 21, arrancan las fiestas de los barrios. Su equipo intenta consultar su agenda con él pero sus compromisos retrasan esta reunión hasta pasadas las 7 de la tarde. Hasta entonces ni nosotros ni él sabía qué íbamos a hacer el resto de la jornada. Rápidamente se resolvía la incógnita.
Con su coche particular en casa, acude rodeado de su equipo -y el nuestro- al aniversario de División Blanquiazul, a las fiestas de Los Frailes, las de Vereda de los Estudiantes y, casi a media noche, a La Fortuna. Una cita que, al fin, finaliza la agenda del día de hoy.
Después de haber tenido las reuniones más oficiales por la mañana, vemos a un Miguel Ángel más informal disfrutando de ‘ocio’. Aprovecha las fiestas de los barrios para hablar con todos, para reír e incluso para arrancar a bailar.
Pendiente de todos los detalles
En cada uno de los actos, vemos a un Miguel Ángel atento, que escucha las reclamaciones de los que están a su alrededor, y al que le gusta escuchar al experto en cada materia: «así es como se aprende». Así le vemos atento a cada persona que se le acerca, escuchándole y dándole una respuesta sincera que no siempre gusta. «Tiene mucha capacidad de concentrarse en lo que está en cada momento, no se dispersa. Es una de sus grandes cualidades», asegura su equipo.
Pendiente de cada detalle, no deja que nadie se salga del corrillo que forman las autoridades, e intenta que quien esté, participe. Esto lo vemos claramente en el instituto, cuando la director se olvidó de nombrar a la concejala de Educación, Mercedes Neria (ULEG), que le acompañaba, y él la mencionó y la pidió que la acompañara a entregar los premios que le correspondían.
Es precisamente su concentración en los detalles y la necesidad de hacer partícipe a todos, lo que engancha a quienes se reúnen con él. Dos cualidades que hacen que desde el rector de la Universidad Carlos III hasta el peñista del Leganés se sientan, al menos, escuchados. Que se llegue a una solución o no es otro cantar.