Nuestra Señora de Butarque es la patrona de Leganés y una de las figuras más queridas de la ciudad. Su historia combina tradición, fe y leyenda, transmitida de generación en generación y profundamente arraigada en la identidad local.
Una aparición en 1117
Cuenta la tradición que en el año 1117, un molinero conocido como El Cristiano salió de su casa para llevar agua a un árbol cercano donde abrevaran sus ovejas. Mientras realizaba esta tarea, vio una figura morena alzarse sobre las ruinas del antiguo poblado de Butarque. Sorprendido, cayó de rodillas y escuchó cómo la imagen le decía: «Quiero un templo y un altar».
El molinero tomó la imagen y la llevó a su casa. El domingo siguiente, acudió a la Parroquia de San Salvador para relatar lo sucedido al párroco, que a su vez informó a las autoridades. El Consejo de Legamar decidió llevar la imagen a la parroquia para que pudiera ser venerada, pero al día siguiente había desaparecido.
Al amanecer, la Virgen reapareció en la puerta del molinero y volvió a pedirle un templo y un altar. Emocionado, comunicó el hecho al Consejo, que decidió construir la capilla que hoy conocemos como la Ermita de Nuestra Señora de Butarque.
La única Virgen nombrada capitán general
Juan de Austria, hijo natural de Carlos I de España y conocido en su infancia en Leganés como Jeromín, fue un gran devoto de la Virgen de Butarque. En 1571, siendo comandante en jefe de la Liga Santa contra el Imperio otomano, llevó su imagen durante la batalla de Lepanto. Tras la victoria, la Virgen recibió por primera vez en la historia el título de capitán general de los Ejércitos, distinción que más tarde también recibirían la Virgen del Pilar de Zaragoza y la Virgen de Guadalupe de Extremadura.
Una ermita con casi 500 años de historia
La ermita, construida en 1536, se encontraba en sus orígenes apartada del núcleo urbano. La posterior edificación del Edificio de Sabatini a su espalda y el crecimiento de la ciudad la integraron en el paisaje urbano.

De autor desconocido, presenta un pórtico con columnas y una portada principal de ladrillo toledano. En el interior, su única nave desemboca en la capilla de la Virgen, accesible por una pequeña escalera. Durante siglos, el templo acogió actos funerarios del cementerio anexo, construido tras prohibirse los enterramientos en iglesias.
El legado de los Duques de Tamames
La prohibición de enterrar en el interior del templo tuvo una excepción: los Duques de Tamames. Propietarios de amplias tierras en el sur de Madrid, financiaron en 1900 la ampliación de la ermita, añadiendo un ensanche lateral con ábside donde descansan sus tumbas de mármol de Carrara, junto a cinco escudos heráldicos de la familia.
Restauraciones y patrimonio actual
El templo ha sufrido varias reformas, la última en 2007, dirigida por el arquitecto José Félix Vicente. En ellas se rehabilitaron la cúpula y las paredes, se colocó un nuevo suelo de mármol y granito y se recuperaron un muro y una hornacina que habían estado tapiados durante años.
La intervención culminó con un retablo de bronce de 8×5 metros, obra de Luis Arencibia y donado por el Ayuntamiento de Leganés, que sustituyó al destruido en el incendio del 30 de diciembre de 1969. La pieza representa los mundos terrenal y celestial, separados por edificios históricos como las iglesias de El Salvador y San Nicasio, así como la propia ermita, junto a figuras representativas de Leganés.





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