Los judokas leganenses Manuel García y Vicente Picazo se han despedido de la competición aunque bromean sobre su regreso. «Quién sabe dentro de unos años…».
Durante los últimos 17 años Manuel García y Vicente Picazo han formado pareja de katas o lo que es lo mismo pareja de baile. Desde que en 2002 se presentaron a un campeonato de España «para probar» los dos judokas leganenses han participado en diversos campeonatos de España, Europa y el Mundo compitiendo con los judokas de más alto nivel. Con un oro europeo, plata mundial, 15 oros nacionales y varios reconocimientos como la Medalla al Mérito Deportivo 2018 la pareja se ha convertido en una leyenda viva del judo kata español, sin embargo, ha llegado el momento de decir adiós a la competición.
«Ha llegado un momento en el que dijimos ‘vamos a parar’. Primero porque nos empezamos a ver un poquito desgastados y segundo porque tenemos gente preparada para llegar ahí y sustituirnos», asegura Vicente Picazo. Aunque ha sido una despedida en dos tiempos. Estaban preparados para despedirse en el Campeonato del Mundo del año pasado, donde el equipo nacional les preparó una fiesta de despedida; pero luego surgió una nueva fecha: este verano se celebraba por primera vez en España un Campeonato de Europa, y estaban preparados.
Aunque la pareja está acostumbrada a competir en la modalidad Ju No Kata, decidieron probar con el Kodohan Goshin Jutsu para decir nuevamente adiós aunque «dejarlo de la noche a la mañana es muy difícil». Esto, sumado a jugar en casa, hizo que este campeonato fuera mucho más especial: «Ya teníamos nuestros resultados, estaba todo hecho, y hemos ido a disfrutar el campeonato. Sin esa presión, nervios… y disfrutando el momento», lo que les impulsó para ganar el oro. «No nos lo esperábamos».
Contenidos relacionados
Una trayectoria cargada de emociones
Viéndoles disfrutar del kata se da uno cuenta de la gran compenetración que Manuel y Vicente tienen entre sí. «Son muchos años y ya no nos hace falta ni mirarnos», nos explican. Lograrlo es la mayor dificultad que tiene esta modalidad de competición pues hay que entrenar siempre en pareja compaginar los horarios, vacaciones o incluso lesiones. «Tenemos la suerte de que compartimos club y tenemos horario más o menos similar. No es fácil que esto suceda», confiesa Manuel quien recuerda haber retrasado alguna vez la recuperación de una lesión por un campeonato.
En estos años han tenido momentos en los que han dudado si continuar pero la pasión por este deporte hacía que aguantaran un poco más. «Hay que saber pasar los malos momentos», confiesa Vicente. Y la pareja lo ha hecho muy bien, «cuando menos lo hemos esperado siempre hemos conseguido los mejores resultados». Manuel recuerda que la flaqueza ha dado finalmente resultados importantes siendo dos de ellos en Japón.
En Kyoto se dio una circunstancia que hace que ambos lo marcaran a fuego en su memoria: «El más especial fue el subcampeonato del mundo de Kyoto. Esa noche murió nuestro maestro, que era japonés. Tenía cáncer y horas antes de salir al tatami nos dijeron que había fallecido. Salir allí, competir, sacar ese resultado habiendo fallecido fue muy emotivo», recuerda Vicente. «Yo estoy seguro de que él hubiese estado encantado con el resultado: Japón primero y nosotros segundo; a pesar de ser sus alumnos», asegura Manuel.
Un futuro en la formación
Ahora se enfocan en construir una buena cantera para el judo español. «Desde hace casi dos años estamos en el tribunal de España. Todos los que quieren sacarse el cinturón negro pasan por nosotros«, explica Vicente. El examen consiste, además de varias preguntas teóricas, realizar el kata de primer nivel, Nage No Kata, algo que para la pareja es muy sencillo. «Tenemos fama de durillos», bromea Manuel quien confiesa que su objetivo es «dar al judo el nivel que se merece».
Y es que después de diecisiete años en la competición es ahora cuando miran atrás y empiezan a ser conscientes de lo que han logrado. «Ahora frenas y te das cuenta de que es muy difícil que otra pareja vuelva a repetirlo», confiesa Manuel, aunque también apunta a que no es imposible por lo que animan a sus alumnos a luchar por ello: «Esto al final son horas y horas de entrenamiento y mucho sacrificio», aconsejan a quienes quieran coger su testigo. No obstante, no descartan con regresar dentro de unos años nuevamente a la competición. «Nunca se sabe, lo mismo nos vemos bien y volvemos».
Manolo…
El «profe»…
La vida te pone en sus manos y la misma vida te aleja de ellas.
Él ni se acordará de mi, habrán pasado tantos alumnos por sus clases, que será imposible recordar a todos. Siempre he tenido la sensación de que eran momentos en los que él era joven y empezaba a acumular méritos y por eso siempre he creído que él también recordará aquellos tiempos.
Pasará mi fue mucho más importante. Aprendí mucho, incluso mucho más de lo que Manolo creia y además aprendí otras cosas que él te hacía ver incluso son proponérselo.
Manolo es básicamente un buen tipo, uno de esos que conservan a suya amigos durante toda la vida. Sólo tenéis que ver a Vicente, Picazo para todos en aquel entonces, amigos de siempre y compañeros de vida. Me dais envidia, mi amigo de siempre y el que pensé compañero de vida resultó ser un mentiroso compulsivo que no respetaba a nada ni a nadie.
Por ahí sigo viendo a Chema, al Romano, a Olimpio…
Enhorabuena pareja, todos mis respetos y mi recuerdo. Que sepáis que estáis en las vidas de muchos de los que hemos tenido la suerte de conoceros.