La escasez de un producto dispara la demanda y con él, siempre, salen quienes intentan hacer negocio… y lo consiguen. Este producto ya puede ser el hielo o las entradas de un concierto. Bastaba con estar en los alrededores de la cola de entrada al ‘Supermarchón’ para darse cuenta de este fenómeno y es que, en la misma puerta se unían los desesperados por obtener su entrada con quienes habían cogido de más durante toda la semana.
«¿Tenéis entradas? Os hacemos Bizum… Nuestra amiga está dentro y le ha costado 3€», nos pedían a pocos minutos de dar las 12 de la noche. «¿Os sobra alguna entrada?», pregunta un joven a un grupo que espera pacientemente en la cola mientras aprovecha, como otros muchos, para agotar sus existencias de alcohol antes de entrar convirtiendo la cola en un improvisado macrobotellón. «Sí», contestan enseguida, «¿cuánto les cobramos?», cuchichean entre ellos hasta consensuar un precio: 2€ la entrada.
Una reventa llevada por la picardía que hacía que los precios oscilaran entre los 2€ y los 5€, y que arrancó con una falta de control en las colas en el CC José Saramago donde había grupos que llegaban a ponerse hasta 3 veces en la cola, tal y como pudo confirmar ese día Leganés Activo. «¿De qué sirve poner un límite por persona si puedes repetir en la cola?», se preguntaban los presentes. Y es que dentro no se pedía documentación para recoger las entradas, una circunstancia que hizo que VOX ya alertara de que podría haber reventa.
La situación continuaba incluso después del despliegue de Policía Nacional para vigilar las entradas. Cerca de las 12 y media de la noche, un furgón de agentes reforzaba el operativo ya montado en la boca de Metrosur y se desplegaba en la puerta principal para vigilar que no hubiera altercados aunque los mayores enfados se daban entre los que querían salir del recinto a quienes la organización les rompía la pulsera para que no pudieran volver a entrar.
Caos en la organización de los conciertos
Este no ha sido el único problema que se ha denunciado estos días en los conciertos celebrados en La Cubierta. Desde el primer momento ha habido quejas por la prohibición de entrar con comida y bebida al interior del recinto, pudiendo comprarla en el interior con precios elevados: 3€ la botella de agua y 5€ el refresco refill. Prohibición que tampoco permitía entrar con vasos vacíos para evitar ser rellenado en el interior.
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Además, las redes se llenaron de denuncias sobre la falta de coordinación entre lo estipulado en el programa y lo ejecutado por la seguridad privada. Y es que, por ejemplo, mientras que quedaba estipulado que los menores podían acudir acompañados por un adulto al recinto, fueron varias las familias a las que no se les permitió la entrada.
Un caos que se ha visto en el interior en algunos conciertos, y es que en la primera noche hubo quejas de personas a las que no las dejaron bajar al foso: «me dijeron que la entrada era diferente» o familias que no pudieron acceder con carritos de bebé cuando en el interior sí había. «Esto es un caos: que se aclaren y luego celebren lo que quieran», reclamaban en redes sociales.